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Jon Pertika, del barro a la basílica de Begoña
I. Dantza Tradizionalaren Esker Onak
EMPEZAMOS a ensayar en la antigua Cervecera del Norte de Basurto, en la calle. Y si llovía teníamos una especie de cobertizo para resguardarnos. Aguantábamos barro, granizo, viento…”. Así recuerda Jon Pertika sus inicios en el mundo de las danzas vascas. Desde entonces ha pasado mucho tiempo en el que ha ido acumulando conocimientos sobre la cultura e indagando sobre los orígenes de los bailes. Los primeros pasos los dio de la mano de su padre que fundó el grupo Dindirri, “el primero de Bilbao tras la Guerra Civil”. Posteriormente nació Beti Alai en el bilbaino barrio de Basurto aunque, “después de un pequeño lío”, desapareció. Sin embargo, el gusanillo de la danza ya había dejado su poso en Jon Pertika quien se empeñó en que dar otra oportunidad a los bailes tradicionales creando una entidad que el próximo año celebrará su medio siglo de vida. “Quería mantener el nombre de Beti Jai pero no pudo ser y empezamos a funcionar como Beti Jai Alai”, rememora este hombre que vivió en primera persona los rigores del franquismo. “En abril de 1968 hicimos un festival en La Casilla. El cartel tiene el sello de la Policía porque sin él no podíamos hacer nada. Había que llevar las letras de las canciones a Información y Turismo y las que estaban en euskera había que traducirlas”, explica Pertika que reconoce que “cuando los técnicos veían algo raro, echaban para atrás las canciones”. Llegar hasta hoy en día no ha sido una tarea fácil aunque mantiene la ilusión por las danzas. “Es muy sacrificado. Tienes muchas alegrías pero también muchos follones”, precisa Jon Pertika, quien bromea con el trabajo que desempeñó hasta su jubilación: “Suelo decir que el folklore le debe a la banca un montón”. Investigador La trayectoria de Jon Pertika no se podría explicar sin su labor como investigador de la cultura vasca, de tradiciones que solo estaban reflejadas en cuadros. Por ejemplo, el aurresku que se baila el 15 de agosto y el día de la Virgen en la parte trasera de la basílica de Begoña. La única referencia era el cuadro Un aurresku en Begoña, de Jenaro Pérez de Villa-Amil, fechado en 1842. Ese fue el punto de partida para Beti Jai Alai de un evento que se ha convertido en tradición. “Lo hemos copiado”, afirma Pertika que se muestra satisfecho de que, además, del aurresku, se baile una ezpatadantza dentro del templo. “Nos costó introducirla porque los curas eran reticentes, no veían meter un baile dentro de la iglesia en la misa en la que estaban todas las autoridades. Pero tras el baile en el altar, la gente reaccionó con aplausos”, recuerda Pertika. La relevancia de Beti Jai Alai y Jon Pertika está muy ligada a los estudios que han hecho de los bailes del territorio. “Reproducimos fielmente las danzas recogidas en el lugar de origen de los grupos autóctonos. Somos unos simples transmisores”, afirma Pertika. Para él, “la madre de todas las danzas” es el dantzari dantza de Iurreta. “Es una danza de virilidad, de fuerza. Ver a ocho hombres de 1,80 de estatura con las piernas arriba… Es la danza que siempre llama la atención”, subraya. Esta danza también ha evolucionado -al principio “había necesidad de mostrar la danza vasca y el vasquismo por motivos políticos”- pero con el objetivo de ser lo más fieles posibles al original se desplazaron hasta Iurreta. “La que estamos bailando ahora la hacemos con la bandera de Iurreta”, relata Pertika para quien la colaboración con el grupo local se ha mantenido gracias a elementos más sentimentales. “La primera bandera que tuvieron en Iurreta después de la guerra, la hicimos nosotros. Era bordada a mano y con siete colores de raso de seda. Fuimos a París a comprar las telas porque en Valencia y Barcelona no había”. Los inicios fueron duros y el futuro se presenta difícil para un ámbito cultural que ha marcado la historia. “Hoy en día no hay el mismo compromiso que nosotros teníamos. Era un compromiso también político, de defender nuestras cosas y nuestra cultura”, señala Pertika, quien sí reconoce que a nivel de preparación se ha mejorado. “Antes éramos unos burritos. Ahora hay más técnica, más entrenamiento de barra…”, concluye un hombre que recibirá uno de los premios el próximo miércoles 22 por su contribución a la recuperación de las danzas tradicionales.
Jon Pertika lleva casi cincuenta años en Beti Jai Alai, desde donde ha impulsado la reproducción de las danzas vizcainas. (Foto: Borja Guerrero)
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