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Isaba: por el coraje de sus antepasados

Un recuerdo en el bicentenario de la quema por el ejercito francés, que solo dejó en pie 30 de sus 158 casas
Egilea
Marian Zozaya Elduayen
Komunikabidea
Noticias de Navarra
Tokia
Isaba
Mota
Albistea
Data
2013/05/13
Lotura
Noticias de Navarra

Ana Rosa Ezquer Miembro de la asociación cultural Kurruskla

T al día como hoy, 13 de mayo, pero doscientos años atrás, el guerrillero Espoz y Mina descansaba con sus tropas en Isaba, donde se refugiaba de los ejércitos napoleónicos que por aquel entonces invadían toda Navarra. No fue una casualidad que se refugiara en esta localidad. Un porcentaje muy elevado de sus soldados eran roncaleses que plantaban cara a Bonaparte, que les exigía sumisión y pleitesía. El temido general Abbé, en ese momento Gobernador Militar de Navarra, les pisaba los talones al frente de 4.000 soldados que, procedentes de Ochagavía, llegaron la víspera a Uztárroz con la intención de castigar a la villa de Isaba por ser leal al guerrillero.

Frente a un ejército tan numeroso nada se podía hacer. Huyeron al monte. Con las primeras luces del día, las tropas francesas cayeron sobre Isaba. Dicen las crónicas que cuando el general Abbé llegó a Isaba, aún le dio tiempo de ver a sus vecinos introducirse en las montañas, acarreando con ellos a niños y a ancianos, con la ayuda de la mitad de los hombres de Espoz y Mina, que para entonces ya había huido a Roncal. La orden fue clara: "Prender fuego a todas las casas y a todo el pueblo". Isaba quedó completamente calcinado. De 158 casas solo 30 quedaron sin caer. Cuatro años después (1817), se contaban 30 habitables y diez reconstruidas. Refugiados en ellas, los izabarras reconstruyeron el pueblo.

Así lo narraban ayer en la plaza, Fernando Hualde y Ana Rosa Ezquer, de la asociación cultural Kurruskla que, junto con el Ayuntamiento, organizó la conmemoración del bicentenario de la quema de Isaba con un acto sencillo en el que participaron más de un centenar de personas.

Ataviados con las mejores galas de su indumentaria festiva, partieron en un desfile desde el paseo hasta la iglesia, donde celebraron una misa en recuerdo de sus antepasados. Los primeros bancos los ocuparon los alcaldes de Roncal, Urzainqui y Garde, acompañados de una representación de Ansó, valle vecino testigo de la desgracia que asoló a Isaba. Después, en la plaza las palabras de recuerdo se mezclaron con las danzas de la Kurruskla, y la música del salterio y la txirula de Kepa Vales: Axuri Beltza, Ttun Ttun y el baile de la Bandera, que a Julio Beretens le costó su esfuerzo debido al fuerte viento.

Todos forman parte de la asociación la Kurruskla, que cuenta con 170 socios con un objetivo común, el de rescatar y difundir el patrimonio de Isaba y del valle. El euskara, la indumentaria, sus almadías, en resumen: su identidad. Precisamente por ello, Ana Rosa Ezquer explicaba ayer que no habían querido dejar pasar esta fecha y "oportunidad de exaltar lo mejor de nuestro patrimonio, el patrimonio humano, el mayor tesoro que tenemos".

El próximo 4 de agosto la Kurrusla retomará el tema en el Día de la Indumentaria Roncalesa, y volverán a recordar la fecha como agradecimiento a sus antepasados por levantar de nuevo el pueblo, "porque tal vez la lógica hubiese aconsejado desplazarse a otras localidades y reiniciar en ellas su futuro. Sin embargo, en medio de la desgracia dieron valor a sus solares y reconstruyeron Isaba con sus manos para ellos y sus descendientes", expresaba Fernando Hualde. En justo reconocimiento a su valor en la lucha contra el invasor y contra la adversidad, ayer Isaba elevó la mirada a las paredes de sus casas, y lanzó a lo alto su, eskerrik anitx!

Las danzas recuperadas por la asociación cultural Kurruskla llenaron la plaza.

Las danzas recuperadas por la asociación cultural Kurruskla llenaron la plaza. (M.Z.E.)

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