Imponente calidad

Tras un principio algo árido, Blanca Li consigue imprimir a su obra una creciente profundidad y envergadura que alcanza momentos de exquisita belleza y penetrante intensidad.

La puesta en escena es magistral. Utiliza con profusión y rigor estético infinidad de efectos visuales que provienen de diferentes fuentes. La imagen proyectada, la sutil y precisa iluminación o los escasos pero poderosos elementos escenográficos sorprenden sin cesar y aportan imágenes de enorme fuerza plástica. Una gran pantalla dividida en cuadrículas no sólo muestra figuras y siluetas, sino que adquiere además volúmenes, movimiento acompañado de luz y finalmente vida en un rico desarrollo de este original recurso.

La danza, por su parte, aparece dosificada en los inicios, adecuándose a los artistas vocales, y va adquiriendo protagonismo en la segunda mitad del espectáculo donde se muestra por fin resuelta, enérgica, expresiva y sugerente.

La coquetería, la seducción, el enamoramiento, la pasión, la entrega, la disputao la reconciliación son algunos de los temas tratados en este soberbio montaje en el que el humor convive con la honda sensibilidad, siempre con solvencia escénica.

En suma, un espectáculo de gran calado e indudable calidad que merece ser vivamente recomendado tanto a los amantes de la danza, de la música o del canto, así como al público en general. Hoy, a las 19:30, tendremos de nuevo en el Victoria Eugenia una ocasión para degustar un trabajo artístico de alto nivel.