Dokumentuaren akzioak
Imagen sin danza
Pero llega Fama ¡A bailar! y todo cambia. Por fin los bailarines pueden demostrar que la tele siempre estuvo equivocada; que la danza cautiva a los espectadores tanto o más que el juego, el amor, o los cotilleos. El problema es que la realización de Fama ¡A bailar! no está a la altura de la danza ni de estas nuevas circunstancias. Cuando muestran las piezas, cuando los bailarines comienzan esa competición frenética en la que se juegan su continuidad en el concurso, vemos que las imágenes más que destacarlos los machacan. Las cámaras se acercan y se alejan de ellos sin criterio, como si lo que primaria fuera sacarlos desenfocados, dejando fuera de plano las piruetas. Es una pena que el programa renuncie a la fuerza que la danza puede aportar al lenjuaje de la televisión. No aciertan en Cuatro cuando resuelven la realización poniendo a bailar a las cámaras cuando lo que tienen que hacer es encuadrar y reforzar los movimientos. Nietos de loszoom de Valereio Lazarov, los responsables de la imagen en Fama hacen que cada coreografía sea un fiasco; donde, más que potenciar el baile, se le oculte con premeditación y alevosía. Ahora que la TV había dignificado el papel de los bailarines hasta convertirlos en estrellas, después de 50 años de tratarlos como a piezas del decorado, va y los graban tan mal que es como hacerles lo mismo: dejarlos en un segundo plano. Llegan los momentos decisivos del concurso. Están a tiempo: que cuiden esa realización para que el espectador sea testigo del resultado impresionante de fusionar en igualdad la imagen y la danza.
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