El próximo 17 de enero Ikerfolk-Argia recibirá el Premio Ondare a la protección, investigación y difusión del patrimonio cultural de Gipuzkoa, que otorga el área de Cultura de la Diputación Foral.
El merecido reconocimiento llega tras más de tres décadas de trabajo de Ikerfolk, muchos más en el caso de Argia, un proyecto liderado por Juan Antonio Urbeltz y su compañera Marian Arregi, que fue su directora musical, una mujer “de especial sensibilidad” para las propuestas musicales.
Ane Albisu y Jexus Larrea son miembros de Ikerfolk-Argia desde que el proyecto dio sus primeros pasos, y su vínculo sigue igual de firme y con el mismo grado de compromiso.
Respecto al reconocimiento admiten que ha significado mucho. “El reconocimiento se agradece muchísimo. No trabajas para recibirlo y, es más, muchas veces no se te reconoce. Hablamos de las personas o grupos que usan nuestro trabajo y ni se nos cita”.
“Viendo la trayectoria de este premio, que también se le concedió a Euskaltzaindia, haberlo recibido es verdad que ha supuesto una alegría muy grande, una motivación”, afirman.
Ikerfollk, explica Jexus Larrea, surgió por el interés de diferenciar el trabajo de Argia, “que se centraba sobre todo en los espectáculos de danza”. Como sus integrantes sentían inquietud por impulsar otras actividades y con el fin de que los trabajos “no se entremezclaran”, nació Ikerfolk.
Son cuatro los pilares que sustentan Ikerfolk: “La danza, la música, las publicaciones (con investigaciones, entrevistas, etc.) y la indumentaria”.
Urbeltz, subraya Larrea, es el motor que todo lo ha impulsado, aunque tanto en su propio caso como en del Albisu la vinculación viene de lejos, “desde eL año 1977”.
A partir de entonces son muchas las páginas escritas junto a Urbeltz, Arregi y la pequeña familia de Ikerfolk que, como en el caso de tantos otros colectivos, ve el relevo generacional “algo difícil”. “Nosotros llevamos ya muchos años y seguimos ahí, sumando fuerzas, pero queremos dejar paso a los más jóvenes, aunque ya hablamos de personas con más de 40 años”, explican.
Albisu y Larrea hablan con pasión de todas y cada una de las iniciativas promovidas por Ikerfolk.
En el pilar de la danza se incluyen todos los espectáculos desarrollados por el grupo Argia. En lo que a la danza se refiere, abunda Albisu, una de las tareas iniciales ha sido la de la “recogida”. “Ikerfolk nació también porque Argia llevaba una labor de investigación y de asesoría, Mucha gente se acercaba a nosotros con dudas sobre los orígenes de las danzas, etc”. Para que Argia se centrara en el baile, Ikerfolk echó andar multiplicando actividades, incluido “ese canal de consulta e información para que, además de investigar, nos ocupáramos de la difusión”.
En esos momentos iniciales Ikerfolk llevó a cabo también una ingente tarea de filmaciones de distintos eventos. Este material ha sido cedido a la Filmoteca Vasca.
En las investigaciones hay que poner en valor los trabajos llevados a cabo por Juan Antonio Urbeltz. Del fondo propio de Urbeltz procede buena parte del patrimonio bibliográfico de Ikerfolk, al que se han sumado muchos otros volúmenes.
Pero esta tarea de investigación ha ido mucho más allá. Por ejemplo, explica Larrea, “hemos investigado en pasos de ciertas danzas para poder desarrollarlas mejor o ayudar a los dantzaris a tener un nivel más elevado”.
Recuperación
“Hemos realizado también importantes trabajos de recuperación, como el de la soka dantza como modelo de danza para las autoridades. Fue un trabajo que llevamos a cabo en el Goierri y en la zona de Beterri”, subraya Larrea.
También se ha trabajo en la publicación de discos “sobre los distintos tipos de música que se han utilizado en el país”, libros varios sobre distintos temas....
Otro hito en la actividad de Ikerfolk fue el festival Udazkenean Folk, que atrajo hasta Donostia durante casi dos décadas a figuras de primera línea, como The Chieftains, Marta Sebastian, Boys of the Lough ... Las grabaciones de este festival también se hallan a buen recaudo en la Filmoteca Vasca.
Suma y sigue. Además de tratar de recuperar instrumentos musicales casi desaparecidos acercándose a otros territorios donde se han utilizado o se siguen utilizando, Ikerfolk ha organizado cursillos de muy diversa índole, prestando especial atención a danzas de otros países, “de culturas que nos rodean”. Larrea en este punto recupera una frase de Urbeltz, que siempre ha defendido que “si quieres conocer verdaderamente tu cultura, tienes que conocer las culturas que te rodean, porque en ellas puedes incluso hallar elementos que se han ido perdiendo en la propia”.
“Hemos recogido material en este país y en otros y lo hemos difundido. Pero para Ikerfolk hay un aspecto muy importante, que es hacer partícipes a otras personas, hacer que otras personas y otros grupos participen en nuestros proyectos”, destaca Albisu.
Entre estos proyectos se halla el que dirige la propia Albisu: Atondu. “Con la investigación hecha previamente por Argia respecto los trajes de danza y todo lo que podía abarcar la indumentaria popular, se hizo un proyecto que buscaba compartir el conocimiento que teníamos y sentar unos criterios a presentar siempre a modo de propuesta, no como dogma, sobre cómo vestirnos”.
Una experiencia muy enriquecedora se desarrolló en el año 1992 en Aita Larramendi Ikastola de Andoain. “Propusimos a las andereños una indumentaria (nuestra última indumentaria popular civil del mundo rural), a utilizar en estas fechas, para ocasiones muy concretas”. Ése, subraya Albisu, “fue un punto de inflexión”, ya que hasta entonces se venía utilizando “en las chicas, el traje negro con puntos o florecitas blancas, y en los chicos, el blusón negro y el pantalón milrayas”.
Con Atondu se quiso, de alguna forma, paliar el desconocimiento existente en torno a la indumentaria y, sobre todo, sobre “cómo emplearla”. Apela Larrea en esta materia a la palabra en euskera que bien lo define: “janzkera” (jazteko era o forma de vertirse).
Uno de los primeros pasos consistió en editar un díptico sobre “cómo vestir el día del Olentzero”. “La forma de ponerse una abarca, un pañuelo de cabeza e, incluso, el del cuello, se estaba perdiendo”, destaca Albisu.
Atondu se perfiló también como una asesoría que proponía diseños a las personas interesadas, “desde personas a título individual, a grupos de danza o instituciones”.
Atondu fue creciendo. Tanto es así que al celebrarse el 20 aniversario de su creación se organizó en el museo de San Telmo un acto al que invitaron a quienes en algún momento se cruzaron en su camino y que habían elaborado sus trajes con los diseños de Ikerfolk. El aforo se agotó y hubo que organizar una segunda jornada.
Muchas de las actividades llevadas a cabo, subraya Larrea, contribuyen a generar “un patrimonio material” importante, más allá de las filmaciones o los libros. Los distintos espectáculos de Argia han generado numeroso material, desde indumentaria a elementos de escenografía y atrezo, repartidos entre su local de villa Goena, en Aldapeta, y otro en Intxaurrondo.
“Tenemos más de 3.000 piezas de indumentaria y en la actualidad estamos tratando de gestionar este fondo, de inventariarlo”, añade. Porque, además, Argia ha “reconstruido fielmente” en muchos casos trajes antiguos. “Siempre nos hemos preocupado mucho en cuidar los materiales, patrones, etc.”, apostilla.
La intención es poder ir organizando exposiciones monográficas en distintos lugares, que tengan como colofón un espectáculo.
Otra parte del material bibliográfico y de imágenes lo tienen ya compartido con dantza.eus, siguiendo la línea de Ikerfolk de trabajar con distintos grupos “de todo Euskal Herria”. “Están trabajando en su digitalización para crear una web de Ikerfolk que pueda ser consultada por las personas interesadas”, incide Larrea.
Una tarea complicada a la que Ikerfolk está prestando especial atención es la recuperación de material y testimonios vinculados a las actuaciones de Argia cuando las grabaciones resultaban casi excepcionales.
Por ejemplo, “estamos haciendo unas grabaciones con Juan Antonio Urbeltz y su trayectoria y las damos a conocer en dantza.eus poco a poco. Tenemos cientos de horas de grabaciones con él.”.
Un montaje icónico de Argia, Zuberoa, de 1978, no ha dejado testimonio grabado alguno, por lo que está en la agenda de Ikerfolk “recuperarlo fielmente” y volverlo a llevar a escena.
En lo que a música se refiere, Ikerfolk también trabaja en poner en valor la tarea de Marian Arregi, “creadora de toda la armonía musical que se necesitaba en un espectáculo”.
“Es importante recopilar el patrimonio material e inmaterial que hemos ido generando, porque se lo tenemos que dejar a los que nos siguen”, acentúa Albisu.
Estos son los principales proyectos de futuro de Ikerfolk-Argia: “Recuperar Zuberoa, montar exposiciones temáticas (incluyendo un espectáculo para “mostrar esos trajes en movimiento”) y continuar con el inventariado y con la recopilación del material musical que hemos utilizado, tarea que está llevando a cabo Mikel Urbeltz. Esto todo se recogerá en grabaciones”. “La edición de la música de Marian Arregi estamos seguros de que será muy importante para este país”, subrayan ambos.
De momento, destaca Larrea, Ikerfolk cuenta con “un pequeño relevo” para seguir impulsando y sustentando sus proyectos: “Son gentes que están con nosotros de niños y que ahora ya tienen más de cuarenta años”.