lgor Yebra vuelve a las tablas con El beso de la mujer araña, acompañado de nuevo por Eusebio Poncela y bajo la dirección de Carlota Ferrer, defendiendo una obra que fue escrita hace 50 años y cuenta problemas que siguen vigentes en la sociedad actual. El bailarín bilbaino sigue apostando por recorrer nuevos caminos y aceptar nuevos retos. Hace cuatro años debutó en el teatro con la obra Esto no es la casa de Bernarda Alba y ahora vuelve con este clásico escrito por e argentino Manuel Puig, una reflexión sobre la identidad sexual, el amor y las convicciones políticas, que ha sido llevado con éxito también al cine y al teatro.
Empieza 2023 volviéndose a subir al escenario.
Y en casa, en Bilbao, no se puede empezar mejor. El beso de la mujer araña es un nuevo reto, se empezó a fraguar en 2020, durante la pandemia, y se estrenó el año pasado en el Bellas Artes en Madrid. Ya llevamos unos 50 espectáculos, entre los de Madrid y la gira que acabamos de empezar. Estamos con muchas ganas y mucha ilusión. Eso sí, aviso, me he tenido que rapar el pelo para interpretar a mi personaje y ha sido un shock para mucha gente que me ha visto siempre de una determinada manera y ahora me ve de otra totalmente diferente.
Supongo que actuar en el Arriaga es muy especial para Igor Yebra.
El teatro ha significado mucho en mi carrera. Empecé allí como bailarín, por lo que siempre que vuelvo me llena de alegría, Para mí tiene una magia especial: el otro día hablando con Eusebio (Poncela) y con Carlota (Ferrer) me comentaban lo mismo.
La obra nació primero como libro y fue el mismo escritor, Manuel Puig, quien hizo su versión teatral.
Así es, en el Arriaga vamos a ver una adaptación de Diego Sabanés y Carlota Ferrer, pero respeta todo lo que el autor quería. Más tarde se ha hecho una película con William Hurt, que tuvo muchas nominaciones a los Oscar. Es un texto que tiene 50 años pero con una vigencia increíble. Eusebio Poncela da vida a Molina y yo a Valentín, dos personajes que están encerrados en una celda. Molina es una mujer en un cuerpo de hombre, en prisión por seducir a un menor, mientras que mi personaje, Valentín, es un revolucionario que quiere cambiar el mundo, que antepone esa revolución a todo, a su pareja... Dos personajes totalmente opuestos, con ideas totalmente diferentes, que, al final, con diálogos, con discusiones, con risas, se acaban encontrando, algo que parecía imposible. Yo aconsejo a la gente que venga a verla porque te hace pensar, te hace reflexionar y en este momento en el que estamos viviendo, en el que hay una división tan grande dentro de la sociedad, te das cuenta de que hay un punto de entendimiento y hasta las ideas más opuestas pueden acabar comprendiéndose y respetando, que es lo que estos personajes nos demuestran.
¿Está basada en hechos reales?
El autor vivió la vida de estos personajes, estuvo preso por sus ideas políticas y, al mismo tiempo, fue ninguneado por su condición sexual. Por lo tanto, todo el texto que recoge la obra es de una verdad total y absoluta.
¿Se siente cómodo en su faceta de actor? ¿Pensaba que su trayectoria iba a llevarle por este camino?
La primera vez que me subí a un escenario no fue bailando sino haciendo una obra de teatro en mi colegio. Desgraciadamente, solo tuvimos un maestro de artes escénicas durante un año y luego lo quitaron. Es algo que ocurre también con disciplinas como la danza, que no se enseña en los colegios. Y es algo que tiene que cambiar porque te ayudan a comunicarte con el prójimo. De todos modos, siempre he buscado maneras de llevar personajes al mundo de la danza, aunque haya bailado todos. Por lo tanto, te das cuenta de que todo tiene una relación.
Hace cuatro años debutó como actor con ‘Esto no es la casa de Bernarda Alba’, en la versión de José Manuel Mora.
Y me quedé con las ganas de ahondar un poco más y de seguir con esta apuesta. El tiempo y el destino lo decidirá, pero si es la segunda vez que hago teatro, puede haber una tercera o una cuarta. Quién sabe lo que la vida nos va a deparar. Hice también dirección escénica de una ópera y eso también me apasionó. Lo importante no es lo que voy a hacer pasado mañana; sueños y proyectos tengo muchos y peleo porque se cumplan pero lo que tengo muy claro es disfrutar del momento y vivirlo al máximo, porque es lo único que tenemos asegurado.
No le gusta sentarse en el sofá del confort eterno, ha sido director artístico del Ballet Nacional Sodre de Uruguay desde enero de 2018 hasta diciembre de 2020, dirige su escuela de danza en Bilbao...Son años intensos.
Siempre fueron muy intensos, he recorrido los cinco continentes como bailarín, y ahora estoy abriendo nuevas perspectivas, lo cual es estupendo y maravilloso. Es lo que toca, a mi no me gusta esta reviviendo las cosas que ya he hecho, quiero sentirme vivo con lo que estoy haciendo en la actualidad.
Pero sin abandonar la danza...
Tengo más proyectos relacionados con el mundo de la danza, que ojalá salgan. Además, sigo con mi academia, al final, vacaciones he tenido muy pocas en estos últimos 16 años que es lo que lleva la escuela abierta porque cuando he tenido tiempo libre, he estado dando clases.
El mundo de la danza atraviesa también un momento difícil, sobre todo tras la pandemia.
Es una lástima que no haya más apoyo, si antes había poco, ahora imagínate. Afortunadamente, el sector artístico, que ha estado muy castigado por la pandemia, ahora está remontando. hay que acostumbrar a la gente para que entre en los teatros, vemos que los bares están funcionando. Por eso hacer obras como estas, que además te hacen reflexionar y te hablan de la vida en general, es bueno.
¿Cómo es trabajar con Eusebio Poncela?
Ya había trabajado con él, para esta obra era importante trabajar con gente ya conocida, porque al fin y al cabo estamos juntos en el escenario 45 minutos y hay que hacer una gira, en la que si no hay un respeto y un conocimiento, las cosas se pueden complicar. Además, estamos hablando de uno de los monstruos de la escena no solo de este país, sino también de Latinoamericana, porque en Argentina es un ídolo. Igual alguien podría pensar que un personaje así te podría amedrentar, yo creo todo lo contrario, ante una persona así se puede aprender muchísimo. Y eso es lo que intento hacer, aprender, escuchar y ponerlo en práctica.