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Igor Yebra

Se fue de casa a los 14 años, Víctor Ullate vio que tenía mimbres suficientes para ser un gran bailarín y no se equivocó. Igor Yebra se vio obligado a madurar lejos de su familia, de Bilbao y de sus orígenes. Sabe mucho de añoranza y de soledad, pero también que ese era el peaje que tenía que pagar en el mundo de la danza clásica.
Egilea
Rosana Lakunza - David de Haro
Komunikabidea
On
Mota
Elkarrizketa
Data
2014/02/15
Lotura
On
2014-02-15_Igor-Yebra-On-aldizkaria-01
Su vida es bailar, y quizá por ello vaya de aeropuerto en aeropuerto, de ciudad en ciudad, pero siempre con un referente geográfico, Bilbao. En su ir y venir por el mundo, Igor Yebra ejerce de bilbaíno y de vasco; es un hombre apegado a sus raíces y muy consciente del esfuerzo de su familia para que él consiguiera sus sueños. Y como los sueños, sueños son, mantiene los pies en la tierra y es consciente de que su carrera tiene fecha de caducidad, aunque aún no sabe
cuál es. Y se encoge de hombros ante la pregunta: “Vivo el presente”, responde. Reservado, muy reservado en lo privado, se explaya con ganas, rapidez y entusiasmo cuando habla de su vida sobre el escenario y del Athletic, pero no solo ahora, “también cuando iba mal, porque ahora es fácil estar con ellos. Yo, de pequeño, quería ser jugador del Athletic”. Mientras hablamos observa a las nuevas generaciones de bailarines: son los niños y jóvenes que acuden a diario a su academia y que en su interior persiguen un sueño.
¿Qué escenario ha sido para usted el más emocionante?
Es complicado cuando estás en una vorágine de trabajo tan salvaje como la que he vivido en los últimos años. Es difícil poder escoger, y me pasaría lo mismo con un libro, una película u otras cosas. Con el tiempo uno se va dando cuenta de lo que ha ido haciendo, pero sí, hay personajes como el de Iván el Terrible que pasado el tiempo aprecio lo que han sido en mi carrera.
¿Impresiona el aplauso en el Kremlin?
Ufff, mucho. Bailar ese personaje en Rusia, en el Kremlin, ante seis mil personas, un personaje que realmente les pertenece a ellos y sabiendo que los rusos son unos grandes conocedores del ballet clásico...
¿Exigentes?
Más que exigentes, es difícil que admitan a gente de fuera, y más en algo que ellos piensan que dominan al cien por cien. El haber tenido la oportunidad de trabajar allí y hacer ese personaje, y seguir teniendo la oportunidad de volver hace cuatro meses con Corsario y Romeo y Julieta, quiere decir que el trabajo lo estás haciendo de la manera correcta.
Es usted modesto. ¿No será que el trabajo lo está haciendo muy bien?
Ja, ja, ja... Eso espero, es correcto y bien hecho, un orgullo para mí. Pero hablábamos de teatros que me emocionan. Pues hay una actuación en fiestas de Bilbao, al aire libre, con la gente de pie, en un ambiente de pie, con un espectáculo que empieza a las once de la noche, te lo imaginas, ¿no? El ballet siempre se hace en un teatro, la gente está en sus butacas, pero llegar a reunir a diez mil personas en la calle y ver que se lo están pasando bien...
Euskal Herria, Bilbao, ¿hay afición por el ballet?
Es difícil contestar a la pregunta. ¿Bilbao viene a ver los espectáculos de Igor Yebra? Sí, no me puedo quejar lo más mínimo. ¿Va a ver otros espectáculos de ballet? Creo que también, aunque no todos. Pienso que hay un público bastante fiel y bastante masivo, y al ballet clásico más todavía. La prueba está en que cuando uno hace un Lago de los cisnes, una Giselle,ese tipo de títulos, no importa qué compañía seas, porque la gente va a ver incluso a las de nivel malo. Por lo tanto, sí hay un público y sí hay un interés.
Lo claro es que esta es una tierra de ópera.
Se ha ido haciendo. Hace años unos amigos empezaron a hacer unos espectáculos y aquello fue creciendo. No podemos decir que una sociedad es de algo o no lo es, me parece que eso es ponerse barreras uno mismo. Cuando uno nace no es de nada, ni de nadie, o así debería ser, así deberíamos crecer; todo depende de lo que uno vaya recibiendo en su entorno, en su cultura, es a lo que se va haciendo. El ballet clásico tiene doscientos años de existencia y no es francés, ni es italiano, ni pertenecía a nadie.
¿Entonces?
Hubo unas sociedades que se adueñaron de él. Creció en Francia e Italia, los rusos tuvieron la inteligencia de adaptarlo y todo el mundo se cree que el ballet clásico es de los rusos. Así que decir que esta sociedad está más hecha a una cosa que otra, no; está más educada sobre una cosa que sobre otra. A todos nos gusta lo bello, y el ballet clásico, la danza, es belleza en movimiento.
Descendamos al mundo real. ¿Se puede vivir bien del ballet? Imagino que va a contestar con un depende.
Ja, ja, ja... Es verdad, depende, aunque quizá no sea el más adecuado para hablar de ello. Afortunadamente, estoy considerado, tengo un nombre y tengo una carrera, así que no puedo decir lo contrario. Se puede vivir de ello, indudablemente, pero el ballet no es un trabajo, es una vocación.
No lo dudo, pero hay que comer, pagar facturas... vamos, lo que hace todo el mundo.
Pero no deja de ser una forma de vivir; hay otro tipo de objetivos y otro tipo de cosas que te llenan al mismo tiempo, no solamente es lo económico. Pero yo no soy un estúpido que diga: El arte, el arte... En efecto, hay que vivir, hay que comer y si uno quiere tener una familia, hay que darle de comer. No puedo decir que soy un artista y punto, que me alimento del aire. Pero también debe quedar claro que no todo en la vida es tener dos casas, dos coches... Pienso que esta crisis ha llegado también por ese tipo de cosas, porque socialmente nos hemos impuesto tener ciertos bienes y si no se consiguen, no has llegado a tener éxito o estatus en la vida. Eso nos ha hecho bastante daño.
¿Es austero?
Me cuesta mucho juzgarme. Soy una persona con los pies en la tierra y disciplinada, así me ha hecho mi familia y así me ha hecho mi carrera. Cuando uno pertenece a una familia media justa y se quiere dedicar a una cosa que para nada está bien vista en su entorno y sabe que va a tener que irse fuera de su país para poder desarrollarlo, te hace ser disciplinado, austero, tener preferencias en la vida. Hay que saber qué es lo que cuenta y darle su justo valor.
¿Qué significa Víctor Ullate para Igor Yebra? ¿Su maestro?
Es una persona a la que le debo mucho. Cuando salí de aquí con catorce años, solo llevaba ocho meses bailando y fui a parar a Víctor Ullate. Él me vio, creyó que tenía unas condiciones y unas cualidades que le convenían a él también y empecé a trabajar en lo que es la compañía.
¿Eso era lo normal?
No, era algo atípico y surrealista que yo no aconsejo a nadie. Hay ciertos pasos y ciertas etapas que se deberían cumplir. Víctor ha sido una persona muy importante en mi carrera, como lo han sido otras totalmente desconocidas que me han aportado en menos tiempo mucho más todavía. Yo le estoy agradecido, y a lo mejor, si hubiera ido a otra escuela no hubiera hecho nada o hubiera hecho mucho más. Todo esto son conjeturas. ¿Si es mi maestro? Es muy importante, pero maestro para mí tiene muchas más facetas que la de enseñar a bailar a una persona.
Salió de casa siendo un crío, ¿cómo se siente uno en esos momentos?
Cuando uno a los trece o catorce años sale de casa y lo hace con toda la ilusión del mundo, queriendo hacer y conseguir algo, no se para a mirar qué es lo que ha quedado atrás, ni se para a valorar las dificultades. Al menos no ha sido nunca mi caso.
¿Osado?
Sí, hago ciertas cosas que cuando luego pasa el tiempo y veo los espectáculos, pienso: ¡Dios mío, estás loco! Pero si no hubiera sido así, osado, habría hecho la mitad de las cosas, no hubiera salido de mi casa ni de mi entorno.
Aun con esa osadía, se tiene que echar de menos a la familia, los amigos, el escenario habitual de vida.
Pasa con el tiempo. Empiezas a valorar todo lo que tu familia ha hecho por ti, porque al fin y al cabo, ellos han hecho unos esfuerzos muy grandes para que yo estudiara fuera e intentara hacer realidad mi sueño. El esfuerzo suyo es más admirable que el que he tenido que hacer yo. Y después de abrir la escuela y ver lo que es un niñoalostreceoaloscatorce años, aún lo sé valorar más.
¿No recomendaría esta vida?
Precisamente, una de las cosas por las que abrí la escuela fue por eso, para que aquellos que quisieran dedicarse a la danza tuvieran hasta los 17 años un lugar donde poder aprender muy bien, donde tener una base muy sólida y estar rodeados de su entorno y sus raíces.
¿Era usted un niño tímido o extrovertido?
Creo que he sido, y creo que lo soy, un tío muy echado para adelante. Tengo un punto de timidez importante, pero si debo hablar de lo mío soy una máquina, aunque cuando me sacan de mi trabajo, del ballet, y se va a lo personal, soy muy reservado. Esto me ha ayudado mucho, me ha protegido y creo que en ese aspecto soy como todo buen vasco, porque los vascos somos personas reservadas. También es cierto que la vida me ha hecho así, porque cuando sales fuera te proteges.
¿Muchas corazas?
Indudablemente, pero me dedico a estar encima de un escenario y donde uno ve más de sí mismo es cuando está encima de un escenario. Es cuando sacamos lo que tenemos dentro y utilizamos el escenario como psicólogo. Muy apegado a su familia. Apegado a todo lo que son mis raíces, y curiosamente sin estar; sin estar día tras día, año tras año. Desgraciadamente no hablo euskera, no he tenido ese momento, ni mis apellidos son de origen vasco,
pero a mí nadie me podrá negar de dónde soy. Yo lo he demostrado fuerayalas malas, es así como se demuestran las cosas.
¿Qué tal se vive en Burdeos?
Bien. En cualquier sitio donde he trabajado, donde hago lo que amo, vivo bien. Los sitios donde se respeta lo que quiero son un buen lugar para mí.
¿Ha sentido miedo escénico alguna vez?
Cada vez que uno se sube al escenario siente miedo escénico. Le tengo un respeto tremendo, y cuanto más mayor te vas haciendo, más responsabilidades vas adquiriendo; y cuánto más nombre vas adquiriendo, más difícil se va haciendo. Este es mi caso, pero hay gente que lo mira de otra manera y se relaja más. Pienso que el día que yo no sienta esto será que no me estoy entregando de la misma manera y las cosas no saldrán de la misma manera.
¿Qué siente en vacaciones?
¿Vacaciones?
Sí, vacaciones, ese tiempo con el que soñamos la mayoría de los mortales. Porque cogerá vacaciones, ¿no?
Ja, ja, ja... Sí, son cortas, pero cojo vacaciones, aunque no puedes dejar del todo la danza. A otro ritmo, pero hay que seguir trabajando.
¿Sigue siendo del Athletic?
Preguntarlo es una ofensa. ¡Cómo voy a dejar de ser del Athletic! Siempre he sido del Athletic, pero ahora, tal y como va, es muy fácil; yo he sido del Athletic cuando iba mal, cuando iba muy mal. De la misma forma ahora hay que apoyar al Bilbao Basket, sin entrar en políticas internas; hay que estar con ellos aplaudiéndoles porque nos necesitan. Sobre el Athletic puedo a decir que yo de niño quería ser futbolista y desde luego, quería jugar en el Athletic.

PERSONAL

2014-02-15_Igor-Yebra-On-aldizkaria-02Edad: 39 años.
Lugar de nacimiento: Bilbao.
Formación: Comienza a estudiar danza en Bilbao con trece años. Con catorce se traslada a Madrid para estudiar en la escuela de Víctor Ullate. Allí, compagina su aprendizaje con el trabajo profesional, y posteriormente amplía conocimientos con maestros como Karemia Moreno, Ángela Santos y Pino Alo-
sa, entre otros. Se graduó en el Real Conservatorio de Danza de Madrid con Matrícula de Honor.
Trayectoria: Entre 1987 y 1996 bailó como primer bailarín en el Ballet de la Comunidad de Madrid, participando en el estreno absoluto de Arraigo, con coreografía de Víctor Ullate y música de Jerónimo Maesso, enriqueciendo su repertorio neoclásico con coreografías de Van Manen, Van Dantzing, Linkens,
Christe, Amodio, Balanchine, Van Hoecke y Ullate. A finales de 1996 comienza su andadura en solitario. Ha bailado como artista invitado con el Atter Balleto, Ballet de la Opera de Niza, Ballet Nacional de Cuba, Ballet Nacional de Venezuela, Ballet del Kremlin, Teatros del Bolshoi y Kirov, Scottish Ballet, Ballet de la
Opera de Roma, Australian Ballet, Ballet Nacional de Lituania y Ballet de la Arena de Verona. El 31 de diciembre de 2006 fue nombrado bailarín estrella de la Ópera nacional de Burdeos.
Actualidad: En 2006 cumplió uno de sus sueños, abrir una academia en Bilbao. Allí se da clases iniciación a niños de entre cuatro y nueve años, y a partir de esa edad, formación de ballet clásico, danza contemporánea y baile de salón. Acaba de colaborar con su ballet en la ópera Adriana Lecouvreur, protagonizada por Ainhoa Arteta en el palacio Euskalduna de Bilbao. Esta es su tercera colaboración con la ABAO. En octubre del pasado año volvió a conquistar al Kremlin con El corsario y Romeo Julieta .Es un escenario que ya conoce porque en 2006 triunfó en el mismo escenario con un ballet muy ruso, Iván el Terrible, de Grigorovich.

EN CORTO2014-02-15_Igor-Yebra-On-aldizkaria-03

¿Sufre dolores?: “Toda persona que practique una actividad de elite siente dolor”.
Distancia: “Puedo estar lejos, pero siempre vuelvo a Bilbao, me siento muy vasco”.
Vorágine: “Hoy estoy aquí, mañana en Milán o en otros sitios, siempre de aeropuerto en aeropuerto”.
Cuando no trabaja: “Descansar, estar sin hacer nada; descansar...”.
¿Descansar y nada más?: “Si te refieres a mis aficiones, te diré que me gusta leer, que me gusta ir al cine, pasear, pero sobre todo necesito descansar”.
¿Cuánto tiempo de baile le queda?: “Nolosé. Vivo el presente, pero creo que el día que pare no está lejos”.
Ballet, ¿más de mujeres que de hombres?: “Seguir haciendo esa reflexión me parece tercermundista”.
Una reflexión que flota en el ambiente: “Sí, pero es algo que no se hace en Italia, en Francia, en Rusia..., no se hace en otros países”.
¿Se cuida a la hora de comer?: “En eso también soy muy vasco: me gusta comer. Y hay que comer de todo”

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