Humor y humanidad

Crítica, Mar Gómez

El espacio Gazteszena del Centro Cultural Egia de Donostia, acogió el sábado un espectáculo lleno de fuerza dramática, humor y plasticidad. Estos fueron los principales ingredientes de La casa de l'est de la compañía Mar Gómez, pero no los únicos, ya que esta pieza coreográfica ofreció también una gran calidad en el movimiento coreografiado así como en su ejecución e interpretación.



La pieza sitúa al espectador en el contexto de una acomodada familia americana del siglo XX, encorsetada en antiguos códigos y costumbres, hasta que se produce la llegada de un personaje, con las maneras del Marqués de Sade, que rompe la convivencia de los miembros dando lugar a conflictos y transformaciones. Todo ello es relatado que se puede ver en el escenario a través de lo concreto, en una exposición clara y concisa y con enormes dosis de humor.



Los personajes están perfectamente definidos y desarrollan una gestualidad significativa y coherente que va entretejiéndose con las ajenas, para ir construyendo una coreografía rica, brillante y vital. Los movimientos de los bailarines son fluidos, ligeros y continuos transformadores de la forma. La coreografía de La casa de l'est posee, al mismo tiempo, una dimensión muy visual, de gran fuerza plástica, y utiliza imágenes que impactan quedando grabadas en la retina del espectador, sin perder en ningún momento la acción dramática como eje, hilo conductor, y motivo de movimiento.



Los bailarines de la compañía de Mar Gómez mostraron un elevado nivel técnico e interpretativo, desplegando una enorme presencia escénica y transportando hasta la misma butaca las inquietudes de sus personajes con absoluta nitidez. En las evoluciones de movimiento, manejaron un experto uso y dominio del peso corporal.



La escenografía adquiere a lo largo de todo el espectáculo una amplia dimensión en esta obra y proporciona al espectador una perspectiva de voyeur que resulta tremendamente sugerente, permitiéndole adentrarse por debajo de la puerta en las intimidades de esta tradicional familia. Por otro lado, es un elemento de continua transformación del espacio escénico, dotándolo de múltiples contenidos que se entrelazan hábilmente y de forma ágil con la coreografía, que, a su vez, utiliza con desparpajo y gran imaginación cuantos elementos encuentra a su paso.



En resumen, una representación de notable calidad, divertida al mismo tiempo que muy humana, directa y vital, cosa que el público agradeció, a juzgar por los calurosos y densos aplausos que otorgó al momento de su conclusión.