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"Hoy mismo volvería a Donostia si pudiera vivir como bailarín"
Mikel Aristegui coreógrafo donostiarra residente en Berlín
Harto de que a los vascos se les conociera por los problemas políticos, por la boina, como dice él, puso tierra de por miedo para difundir la cultura vasca y otras vertientes "de nuestra forma de ser y sentir". Ahora, tras formar parte de la compañía de Sasha Waltz como bailarín y coreógrafo y compatibilizar ambas facetas, Aristegui se dedica a al docencia y es profeta en su tierra.
¿Por qué eligió Alemania para trabajar? No tienen mucho sentido rítmico que digamos.
En Alemania hay más puertas abiertas, en cada pequeño pueblo hay una escuela estatal que cuenta con una compañía de danza o de ópera o de teatro. O todo. Y eso da muchas facilidades. la tradición allí es que la gente vaya al teatro, aquí la tradición es ir al cine.
O sea, literalmente se marchó a buscarse las alubias.
Me fui porque vi que lo que yo quería hacer no se podía desarrollar aquí. No había nada parecido a la escuela de danza que he montado en Alemania. Y el hecho de que la cultura y el teatro, cuando yo me fui, estuvieran tan en precario, me hizo ver bastante claro que si quería dedicarme a esto profesionalmente debía emigrar. Me cuesta pensar que pueda regresar a casa porque me parece imposible que sea capaz de encontrar un trabajo con el que ganarme la vida en esta profesión. Si existiera esa posibilidad, si pudiera vivir como bailarín o coreógrafo, hoy mismo volvería a Donostia. Yo creo que ésa es también la impresión que tienen otros bailarines vascos que están fuera.
¿Se siente un embajador de la danza vasca?
No creo. Eso son palabras mayores. ¡Ya me gustaría a mí poder ser un embajador! Lo que sí creo es que hay una necesidad importante de romper con los tópicos del pueblo vasco, con la txapela y los problemas de índole política.
¿Estar fuera de casa obliga a ser más creativo?
Uff... no sé. Es difícil porque el hecho de estar fuera, de no contar con el arrope de la familia o de los amigos, te proporciona un aislamiento y te hace sentirte menos motivado para investigar o, en este caso, para arriesgar en nuevas propuestas y en creaciones. Para buscar de alguna manera tus inquietudes profesionales. Aunque el hecho de salir fuera y estar donde no conoces provoca una ausencia de referencias en las que debes basarte para acomodar tu obra. Pero te obliga a estar con los ojos abiertos para ver qué haces y, en definitiva, estás más activo.
Dice usted "la danza tendría que estar reconocida a nivel universitario" ¿Por qué hay tantos complejos para que no tenga título?
Yo no sé a qué se debe. Pero no me parece normal que en España no se haya hecho un título universitario de la danza. Es paradójico que el único camino haya sido a través del Conservatorio, cuando se podría tratar como otras muchas disciplinas artísticas a través de las Escuelas de Bellas Artes.
¿El baile discrimina a los hombres?
Qué va, al revés. La danza favorece a los chicos porque en un sector en el que hay muy pocos. Yo siempre digo que no hace falta ni siquiera ser muy bueno para conseguir un trabajo. Con ser tío tienes ya, de entrada, muchas ventajas. En una audición, siempre hay muchas más mujeres, más altas, de más calidad, con más experiencia y la competencia es siempre mayor. Igual hay siete hombres y cien mujeres. Yo, al menos, así es como lo he vivido en veinte años de carrera.
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