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Homenaje fallido
Crítica, Compañia Pepe Hevia
Un homenaje a la obra pictórica de Montserrat Gudiol fue la propuesta que llevó a escena la compañía de Pepe Hevia dentro de la programación del II Circuito de Danza Contemporánea organizado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco y la Red de Teatros públicos Sarea.
Partiendo de los cuadros de Gudiol, proyectados en el fondo escénico a lo largo de toda la obra, y materializando algunos de los elementos que aparecen en ellos, este coreógrafo desarrolla una obra de estructura frágil y estética vacía en la que el mayor acento se pone en una depurada ejecución del movimiento. Un movimiento armónico, aéreo y fluido con una expresión muy lírica en brazos y torso pero excesivamente dependiente de la música en su planteamiento. La obra, pese a manejar elementos de importante valor estético y contar con bailarines de elevado rigor técnico que transcribieron con gran precisión un hermoso lenguaje coreográfico, no trascendió y contó con una dinámica plana y monótona. Con todo, hubo momentos de interés como el bailado por el coreógrafo junto a un trío femenino en el que la coreografía adquiere un tono especialmente inspirado, o la secuencia de la cuerda que mantuvo cierta consistencia argumental. Por lo demás, la pieza discurre sin tensión dramática y sin más acontecimientos que los que ocurren en el plano del movimiento que llegan a convertirse en repetitivos para el espectador. El montaje musical también mostró deficiencias evidenciándose pobre y falto de elaboración, no así la iluminación que mantuvo un discreto pero correcto papel. El vestuario, por último, mostró el hilo conductor con la expresión pictórica a través del color y armonizó bien con la calidad del movimiento que quizás fue lo mejor de esta representación.
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