Heterodoxo

Opinión

En eso, en la incorporación del flamenco a las más modernas tendencias de la música y la danza, lo fundamental ha sido una personalísima expresión corporal que ha logrado armonizar con éxito la tradición con la vanguardia, el tablao con el show, la danza con el jazz y el baile gitano con la coreografía paya. De modo que, si por un lado Cortés es deudor de Carmen Amaya y Antonio en lo que se refiere al sentido escénico y racial de la poética bailable, por otro también tiene una capacidad evolutiva que sintoniza a la perfección con ese flamenco ya plenamente empapado de jazz, soul y rock. Una doble tendencia, pues, que explica a la perfección ese fondo permanente de los palos de flamenco, al que luego se le recubre con sentimientos corporales e inspiraciones musicales más próximas al jazz o al baile contemporáneo.



Dicho de otra forma, hay un Cortés torero y de rodillas a porta gayola, con martinetes, bulerías, alegrías, tangos, seguiriyas y demás; pero también otro con un salto a lo Bob Fosse, con movimientos rítmicos de estilo afrocubano, con la sofisticación de un modelo de Armani y hasta con la inteligencia de un frío ejecutivo del 'show business'.