Herida por el baile

Crítica de cine

'Cisne negro' es, por un lado, una clásica película de ballet, con todas las convenciones sobre la autosuperación, la competitividad con los compañeros, el ansia del triunfo total, y la amenaza del desencanto cuando pase la efímera juventud. Pero Aronofsky tiene un acercamiento muy distinto a ese terreno conocido. Desde el comienzo, 'Cisne negro' marca la diferencia: una fotografía que a pesar de ser en color, resalta constantemente los contrastes entre blancos y negros, representando la obsesiva dualidad del argumento. Cisne blanco y cisne negro, delicadeza contra tormento, belleza frente a dolor, seguridad versus descontrol. La banda sonora (en los ruidos más que en la música) y los movimientos de cámara refuerzan sutil y casi subliminalmente el temor y la fragilidad que se han apoderado de Nina, una bailarina en creciente desconcierto y desconfianza, atrapada por la necesidad de liberarse y hacer frente a los peligros que se le presentan en el camino al triunfo. Aronosfky encuentra una inesperada y original fusión entre la belleza del baile y la estética del cine fantástico cercano a las inquietudes de David Lynch, entre la energía que da el éxito y los tormentos interiores que provocan su búsqueda, con una Natalie Portman entregada en cuerpo y alma.