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"Hay muchas piezas que no se pueden bailar si se pierde el niño que llevamos dentro"
En Alicia y las maravillas del ballet, la bailarina compartirá escenario con importantes figuras de distintos ballets europeos. "¡Estoy deseando llegar!", avisa, desde Stuttgart, antes de comenzar la entrevista.
A pesar de la veteranía, ¿sigue sintiendo los mismos nervios antes de actuar en casa?
Eso no cambia nunca. Pienso incluso que, en la medida que una va creciendo en su carrera, se sienten más nervios que cuando una tiene 20 años. Y más en casa, delante de la familia, de mis amigos, de mi gente... Los nervios son mayores. De todas maneras, tengo unas ganas impresionantes de estar allá.
¿Le trae algún recuerdo especial el Teatro Victoria Eugenia?
El gustazo que te da el poder estar en el escenario donde hice mi primer espectáculo cuando tenía unos diez añitos, para mí es algo impresionante. No puedo describirlo. Creo que hicimos una creación de Peter Brown con el Conservatorio y una obra más, pero no estoy segura. Me acuerdo de que estábamos sentadas en un banquito blanco cuatro o cinco chicas de la misma edad. Todavía guardo el vídeo y las fotos. Estas cosas no se olvidan.
En esta ocasión participará en un espectáculo de danza diseñado por usted misma.
Es algo especial para mí, porque los bailarines que vienen son impresionantes, a quienes he ido conociendo a lo largo de la carrera. Tenerlos sobre el escenario conmigo es muy bonito. Es importante para mí.
¿Tenía en mente un hilo conductor a la hora de elegir las obras?
He elegido piezas que a mí me gusta bailar. Por ejemplo, La dama de las camelias, Two pieces for Het o la Fierecilla. Intenté elegir piezas que adoro bailar. Respecto al resto de bailarines, les he pedido que muestren aquello en lo que son especialistas. A la pareja que viene de Londres le he pedido que baile algo clásico, porque en ese campo son increíbles. Lo mismo con los de Amsterdam, que traerán piezas que ellos siempre hacen, algo más contemporáneo.
El público asistirá a un espectáculo variado, por lo tanto.
Sí, quería que hubiese variedad tanto para el público como para los bailarines. Artística y técnicamente cada una de las piezas exige cosas diferentes. Quería que los bailarines mostrasen los puntos fuertes que tienen: la técnica, el movimiento, el actuar, el drama... Que cada uno pudiese sacar su punto fuerte.
El título de la velada, 'Alicia y las maravillas del ballet', ofrece un aire fantástico. ¿Por qué lo eligieron?
Empezamos a jugar con el nombre de Alicia en el país de las maravillas. Pero yo no quería que la gala solamente fuese yo. Por eso añadí lo de las maravillas del ballet.
El título refleja cierta añoranza de la niñez...
El niño nunca puede desaparecer. El niño y el adulto, porque hay muchísimas piezas que no se pueden hacer si se pierde el niño de dentro. Por ejemplo, Romeo y Julieta. La adolescencia, el primer amor... en muchos papeles se necesita.
¿En qué trabaja Alicia Amatriain en la actualidad?
Hace un par de días tuve un estreno, muy grande para mí. Bolero, de Maurice Béjart. Fue una cosa enorme. El poder estar encima de esa mesa, con los hombres alrededor y actuando para una pieza tan fantástica... Es una obra máster. Fue increíble, es lo único que puedo decir. También estamos trabajando en La dama de las camelias. Así que la visita a Donostia va a ser llegar y volver.
Una artista afianzada en lo más alto y que lleva tanto tiempo en la misma compañía, ¿cómo encuentra la ilusión para afrontar nuevos retos?
Yo he aprendido que, aunque me haya quedado en una misma compañía durante muchos años, cuando salgo fuera encuentro a otros bailarines. Se puede aprender mucho mirando a diferentes bailarines. Es la manera en la que se puede ir aprendiendo durante años. No es necesario cambiar de compañía.
Decía el bailarín Urtzi Aranburu, que la percepción de la sociedad hacia la danza ha cambiado desde que él empezó. ¿Comparte esa percepión?
Creo que ha cambiado mucho. A mí me costó mucho volver a casa, que comenzasen a conocerme. La generación que llega detrás de nosotros lo va a tener más fácil. Al público le encanta vernos bailar, que podamos traer compañías y que puedan ver otras cosas. Ha habido un cambio muy bueno, pero debería seguir cambiando, deberían seguir llevándonos, y llevar a más gente todavía.
Alicia Amatriain, en el teatro Victoria Eugenia, en una imagen de 2009. (Foto: javi colmenero)
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