Este villancico vasco surgió por etapas, como el Tour. Los hermanos Antonio y Juan Cruz De la Fuente, Los Plateros de Durango, pusieron el arranque al crear, a finales del XVIII, sus Gaboneko kantak, que se hicieron muy conocidas. Estos excelentes artistas fueron, además de plateros, dantzaris, bertsolaris y Juan Cruz, txistulari.
La cultura popular las retuvo y, cien años más tarde, el también durangués Bartolomé de Ercilla las transcribió y publicó, aunque a comienzos del siglo XX no eran ya apenas conocidas. Entonces, Resurrección Mª de Azkue recogió una versión a dos informantes de Ochandiano y, como solía, le incorporó algunas correcciones de lenguaje. Jesús Guridi, gran amigo de Azkue, publicó hacia 1920 su adaptación para voz y piano y, más tarde, para coro. Por medio de esta última se extendió y quedó impresa en la memoria musical de toda Euskal Herria. Un trayecto complejo para llegar al villancico actual. Como el mundo y la vida.
Demasiada complejidad para algunos. Observando la pieza, se podría decir de todo: no es apropiada para nuestros niños, solo cita al mutil, y no a la neska, además de que solo plantea el modelo de familia tradicional.
Otros: aparece en dialecto vizcaino, debería estar en euskera unificado para ser útil a todo el país. La parlamentaria misteriosamente vascoparlante de Vox, que dice serlo pero nunca pronuncia palabra en euskera, quizá opine que da pábulo a quienes piden el acercamiento de los presos vascos al país. En otro extremo, alguien podría señalar que su lenguaje profundo recuerda al famoso anuncio de una marca de turrones y que alienta el consumismo. Para algunos meapilas acaso no sea suficientemente cristiana, porque no cita el nacimiento de Jesús. Y para los alérgicos al agua bendita ese Gabon gaua puede parecer proselitismo vaticanista.
Entre profesores y padres de colegios y escuelas ha surgido una preocupación: en el solsticio de invierno, ¿una escuela pública y laica puede enseñar canciones religiosas a sus alumnos? Se ha llegado hasta a realizar una especie de referéndum por WhatsApp: ¿habría que cambiar los textos de las canciones populares con carácter religioso? Un buen camino para que nadie quede contento. Si en el referéndum catalán hubieran utilizado ese sistema, habría ya más lío del que ahora tenemos. Utilizar el WhatsApp con medida y sin manipulaciones ni segundas intenciones requiere un par de máster de grado superior para todo bicho viviente.
Las navidades paganas son una auténtica realidad en nuestra sociedad occidental, no necesitan mucha ayuda: la fiebre compradora, los banquetes pantagruélicos, las competiciones entre alcaldes por colocar pinos luminosos estratosféricos y tapar así otras miserias… La asistencia a ritos litúrgicos es poco habitual. La mayor parte de los que nos confesamos cristianos también las celebramos así… a veces porque no queda otro remedio. Pero está bien crear canciones a esa fiesta, al solsticio de invierno y cantarlas. En una época existía la canción del verano. Y anteriormente también ya se crearon: ahí está la graciosa Gaboneko afari on bat del propio Bartolomé de Ercilla. Pero no querer mirar a nuestra historia a los ojos y para ello arrinconar textos y melodías de gran valor artístico no me parece el mejor camino. Al enseñar estas canciones a los niños, sería más apropiado detallarles por qué se dice mutil, qué es ese danbolin del que se habla, qué bueno es comer castañas, mejor que cualquier porquería con celofán, quiénes son esos Jesús y Dios de que se habla… Es decir, utilizar la tradición para plantearles preguntas de fundamento y ayudarles a encontrar respuestas apropiadas. El mundo no comenzó ayer por la noche, aunque no sabemos si llegará a pasado mañana.
"Ya hemos visto qué cambios han sufrido Olentzero y Mari Domingi, se han disneyzado y tornado gazmoños"
No es bueno meter mano a la ligera en la sabiduría antigua. Ya hemos visto qué cambios han sufrido Olentzero y Mari Domingi, se han disneyzado y tornado gazmoños. El antiguo mensaje cristiano de la Navidad tiene un aspecto verdaderamente saludable y hermoso, útil para casi todos: son los pastores, los carboneros del bosque, los gitanillos, las lavanderas del borde del arroyo, los mendigos, los olvidados… quienes realizan la invitación al amor fraterno. Un canto que no llega a los oídos de los poderosos.
Hay, en mi opinión, otra cuestión de gran urgencia e importancia en torno a las canciones, de Navidad y de las otras. ¿Vamos a enseñar a cantar a nuestros niños? Resulta muy doloroso tropezarse con grupos numerosos de chavales rompiendo sus gargantas y los oídos de los paseantes a gritos, destrozando hasta el villancico más hermoso. Gritando difícilmente celebraremos bien la Navidad o el Solsticio de Invierno.
Con mi escasa voz, disfrutaré en la cena de Nochebuena y en la misa de Navidad cantando Adeste fideles y Belengo Portalian. Verdaderas maravillas.