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Haciendo puntas hasta la «cuna del ballet»
Entre esa serie de cuadros que se repite en manuales de arte y sirve para explicar el Fauvismo se encuentra 'La Danza', de Henri Mattise. Sobre un fondo de tonos azules y verdes, cinco mujeres bailan de la mano delatando la admiración del pintor por lo primitivo en un lienzo cargado de dinamismo que parece decirle al espectador que eso, la danza, es un impulso innato.
Ante ese cuadro de más de tres metros de largo y una de las grandes obra maestras que cuelgan del Museo Hermitage, se detendrán también las siete alumnas del Conservatorio José Uruñuela que han sido invitadas a participar en una gala de estrellas en el Teatro Alexandrinsky, el nacional más antiguo de Rusia. Ese viaje de seis días por San Petersburgo, además de un reto y una oportunidad para actuar en un gran escenario, servirá para visitar los lugares emblemáticos de la ciudad.
En el marco del festival 'Arte sin Fronteras' despegan mañana acompañadas de los profesores Sergei Viana y Arantza Susunaga, así como de la directora del centro, Ainhoa Arenaza. «No nos importa madrugar, igual no dormimos», dicen las alumnas que a las cuatro de la mañana saldrán de Vitoria para coger un avión desde el aeropuerto de Loiu. «Es la ilusión de nuestra vida y es como un sueño que vamos a cumplir», reconocían ayer en su último ensayo tras la mascarilla en el aula mientras asoman el brillo de los ojos.
Su actuación tendrá lugar el lunes con dos piezas que han estado ensayando en los últimos meses, 'Reminiscence' y 'Les Folies', ambas creadas por Susunaga. Será la tercera vez que una expedición de alumnas del conservatorio pone rumbo a Rusia. La última vez fue en noviembre de 2019 cuando otras siete alumnas participaron en esta gala de estrellas en otro teatro de San Petersburgo, el Music Hall.
Esta gala se lleva a cabo de forma bienal como fruto de la colaboración en el programa 'Arte sin Fronteras' con el fin de que distintos cursos tengan la oportunidad de actuar en un gran escenario de la llamada Venecia del Norte. De nuevo, son jóvenes de 16 y 17 años que cursan quinto y sexto, quienes se subirán a las tablas.
«Es una oportunidad y es algo que no se olvida. Quienes han tenido la oportunidad de ir en anteriores ocasiones todavía se acuerdan», reconoce Susunaga acerca de esta excursión hasta «la cuna del ballet». Viana, de origen ruso y profesor en el conservatorio vitoriano desde hace 29 años, remarca que lo importante del programa es que las artes en vivo no se han detenido. «La gente sigue disfrutando de la danza y nada puede pararlo», cuenta.
Aunque reconocen que supone una «responsabilidad muy grande» para el centro viajar cuando todavía la pandemia no ha finalizado, destacan que el comportamiento de las participantes es ejemplar y no temen que haya contagios entre el grupo. Además supone sumergirse en una forma de entender la danza diferente. «Es algo muy diferente para ellas. Notan cómo valora el público y la propia organización de los eventos es muy diferente».
Algunas de ellas ya asienten cuando se les pregunta si quieren dedicarse profesionalmente a la danza. De hecho, ya supone un esfuerzo acudir a todas las clases lo que les obliga a matricularse en el instituto Federico Baraibar con la modalidad de bachillerato nocturno. Tres de ellas, Alba Hermoso (Estella), Jeno Oiarzabal (Azkoitia) y Daniela Pérez (Bilbao) han tenido que cambiar de ciudad y afincarse en la capital alavesa para poder compaginar ambos estudios. Leire Sánchez (quinto curso), Nawal Boteffah, Haizea López y Isabel Middlebrook –de sexto, último curso– completan la lista de invitadas a una gala en la que el Conservatorio de Danza Jesús Uruñuela, único centro oficial de Euskadi que oferta enseñanzas profesionales en este terreno, es el invitado especial.
Reconocen que impone actuar en un teatro como el Alexandrinsky. «Cuando veamos el escenario tan grande con nuestros propios ojos va a ser más impactante», sospechan acerca del que se considera el 'padre de los teatros rusos' por el que pasarán figuras de la talla de Yulia Makhalina, bailarina principal del Mariinsky; o Anastasia Matvienko.
El escenario más grande en el que habían actuado hasta el momento era el Principal de Vitoria con 'El cascanueces' hace dos años. Precisamente, aquella toma de contacto con el público se produjo gracias a la colaboración con el Ballet de San Petersburgo. «Compartir con ellos el mismo escenario fue muy emocionante y una experiencia totalmente diferente». ¿Por qué? «Curramos a tope para machacar el vals y al final salió todo bien».
Tan solo una de ellas ha estado antes en San Petersburgo en una visita junto a su familia. «Me pareció impresionante la ciudad como tal y también la mentalidad que tienen, son muy trabajadores», comenta Alba Hermoso, que recuerda especialmente la visita al Hermitage. La pinacoteca es una de las paradas obligadas en ese tour turístico alrededor de la danza.
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