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El Gayarre ofrece hoy un recorrido por la historia del tango
'Tango Metrópolis'envuelve música y danza en una estética actual. Humor, nostalgia y sensualidad se dan cita en un espectáculo que cuenta con el prestigioso bandoneonista Daniel Binelli
Tango Metrópolis es el título de este montaje que pretende "mostrar el tango vivo, yéndonos al pasado, pero con un lenguaje propio", tal y como explica el director, coreógrafo y bailarín Claudio Hoffmann, que destaca el ritmo especial en el que se van sucediendo los números, ya sea individuales, de pareja o grupales, sobre un escenario en el que se pondrá de manifiesto el atractivo de una manifestación cultural única que, aunque nacida en Buenos Aires, pertenece al mundo entero. De ahí, continúa Hoffmann, esa referencia a la metrópolis, "porque no importa dónde estés, en Buenos Aires en Madrid o donde sea, si vas en el coche y pones un tango, el ritmo te cambia". Y ese carácter global del tango se percibe también en las historias que narran sus melodías, cargadas de "situaciones referidas al amor, el encuentro, las relaciones". En este sentido, el espectáculo quiere que el público se sienta como si estuviera "en un bar por el que van pasando distintos personajes que cuentan sus historias", dice el coreógrafo. Así, los bailarines protagonizarán escenas cargadas de humor, nostalgia y sensualidad que recrean el estilo, sentimientos, atmósferas y colores de cien años de tango: desde las carreras hípicas en el tradicional Jockey Club hasta momentos de pasión, seducción, encuentros y desencuentros. En estas escenas, el bandoneón de Daniel Binelli se convierte en protagonista junto con los bailarines, moldeando con sus notas melancólicas, fuertes, los movimientos de las parejas, que escenifican la gracia del candombe, la elengancia y sensualidad del tango, la nostalgia de la milonga, el romance del vals y el temperamento y la fuerza del baile en su versión más contemporánea.
Por otro lado, Tango Metrópolis desestima la voz en favor de la música instrumental, con piezas del propio Binelli, pero también de clásicos como Astor Piazolla, y de la danza, "que ha experimentado una gran evolución en los últimos años", dice Hoffmann. "Antes el baile correspondía al público, era anónimo, pero desde hace quince años se ha desarrollado mucho", como quedará demostrado esta tarde en el Gayarre, donde el atractivo de los zapatos de charol, los trajes vistosos y las piernas entrelazadas provocarán, sin duda, un sentimiento muy especial en el público.
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