El Balfolk tiene muchas capas. Es una ensalada de músicas y danzas tradicionales de Europa, de muy diferentes orígenes y estilos. Se mezclan aspectos tradicionales con otros recreados; se habla de trad y de neo-trad, según apuntaba Daniel Velasco, de Folkirrika Elkartea, una asociación de reciente creación y que se presentó este fin de semana en Iturmendi con un festival de Balfolk, el primero en Navarra, un encuentro para bailar danzas de Europa con música en directo.

A la invitación acudieron un centenar de personas de diferente procedencia como País Vasco, Catalunya, Madrid o Francia además de Navarra, con una franja de edad muy amplia. Este carácter intergeneracional es una de las características de este fenómeno musical que surgió en los años 70 en diferentes países de Europa. Pero fue con el nuevo milenio cuando cogió fuerza, en países como Francia, Bélgica, Suiza, Holanda y Alemania. Prueba de ello es el documental Le grand bal, dirigido por Laetitia Carton en 2018, que cuenta la historia de un festival en el que cada año se juntan más de 2.000 personas en la región de Auvernia, en Francia, para bailar durante días.

Entre aquellas personas estaban Areta Lorea Markalain, Daniel Velasco, Imanol y Ander Zabaleta, impulsores de Folkirrika junto con Arantza Larrea. “Nos hemos unido como asociación para fomentar actividades como este festival en las que se puedan crear diálogos entre el mundo del Balfolk europeo con el de las Euskal dantzak”, explicaron.

El principal objetivo era crear un espacio en el que aprender, disfrutar e interactuar con otras personas a las que les une una misma afición, el baile. Eran coreografías tradicionales simples, con espacio para la improvisación, en grupo o en pareja. “Aunque el acceso es muy fácil y cualquier persona puede participar, se puede profundizar a nivel de técnica e improvisación”, contaba Daniel Velasco. “Tiene muchas dimensiones: física, social, musical, y también un punto de introspección y de meditación en comunidad”, añadió Arantza Larrea.

TALLERES Y CONCIERTOS

Al igual que en la mayoría de este tipo de eventos musicales, en Folkirrika hubo talleres introductorios para aprender danzas o practicar, siempre dirigidas por una o varias personas, además de conciertos. El festival arrancó el viernes por la tarde con un taller de iniciación al Balfolk y conciertos con Tao, de Francia, y Grand Balthazar, de Suiza, en formato dúo seguidos de una Jam session en acústico. 

El sábado fue intenso. Comenzó con una sesión de yoga esenio para continuar con otros talleres, ocho en total, de Euskal dantzak como jauzis, fandango y arin-arin así como variaciones, de mazurca y polka o vals, entre otros. Después de la cena hubo conciertos de Lolita Delmonteil Ayral, Grand Balthazar; y en acústico, Tao, Garlic Trio y de nuevo una Jam Session.El domingo también se empezó con danzas y meditaciones del yoga esenio para continuar con talleres y conciertos espontáneos, la recogida y limpieza y despedida de la comunidad que se había forjado a lo largo del fin de semana.

OCIO ALTERNATIVO

Así, mientras en Pamplona se vivía la fiesta a tope, en muchas ocasiones con alcohol de por medio, en Iturmendi se disfrutó de otra manera, sin parar de bailar y sin gota de alcohol, ocio alternativo y sano a precios populares. Y es que costaba 25 euros. “Hemos comenzado de manera muy humilde. El Ayuntamiento de Iturmendi ha sido muy colaborativo y generoso. Nos han dejado el frontón y una parte de las antiguas escuelas. Estamos muy agradecidas”, señalaba Arantza Larrea. Los músicos, en general, no exigieron un cachet mínimo. “Además del precio base, se proponía a los participantes añadir la cantidad que quisieran para poder retribuirles por su música”, apuntaron. Las comidas eran “detraje”, es decir, se compartía lo que se llevaba.

“Estamos felices. Muy, muy contentas de haber podido hacer realidad este pequeño gran sueño. No somos organizadoras profesionales, para la mayoría de nosotras era una primera vez”, decía Daniel Velasco. “En un abrir y cerrar de ojos las videoconferencias que en ocasiones se alargaban hasta la madrugada dieron paso a la música en vivo que hechizaba el frontón de Iturmendi, la energía de las danzas colectivas, las risas, las dinámicas de aprendizaje de los talleres, la colaboración de cada participante para que todo funcionara, los ambientes creativos e inspirados de las Jams hasta altas horas de la noche”, recordaba. Si bien van a concederse un descanso, no pueden evitar pensar en Folkirrika II. “Hay muchas ganas y curiosidad, tanto por nuestra parte como por parte de los participantes y otras personas del mundo de las dantzas de aquí. Con todo lo aprendido, haremos todo lo posible para mejorar de cara al año que viene y tenemos la intención de colaborar con todo el que pueda y quiera aportar su conocimiento y energía a este bonito proyecto”, adelantó.