Fina sensibilidad

Crítica, Elirale

Pantxika Tellería presentó en Donostia su último trabajo creativo que ya estrenara en el Festival de Danza de Biarritz el año pasado. Son dos composiciones cortas de carácter intimista y muy estéticas, defendidas por bailarines de extraordinario nivel técnico y expresivo. Con estos trabajos la coreógrafa Lohitzundarra va explorando progresivamente lenguajes y códigos coreográficos más contemporáneos.



Ambas piezas disfrutan de una profunda lógica corporal en su lenguaje, que da pié a una danza orgánica, armoniosa y muy expresiva en la que destaca sobremanera la fina y matizada sensibilidad.



Hiruki transcurre en un ambiente denso y diáfano que nos envuelve completamente entre la bella música de Arvo Pärt, la sutil iluminación de Javi Ulla y un desarrollo coreográfico coherente y compacto. Una danza silenciosa y aérea, fina y delicada, templada y bien afinada es habitada por unos cuerpos poderosos en las presencias, libres en el movimiento y absolutamente sensibles en cada poro de su piel. La acertada propuesta en el vestuario termina por hacer de esta pequeña pieza un trabajo sólido y bien terminado en el que todos los elementos concuerdan. La segunda propuesta, Lauki, parte con un enfoque similar a la pieza anterior pero que va rompiendo para entrar en otro terreno: en el de las relaciones humanas y sus conflictos. La danza deja de ser neutra; cobra una expresión más teatral y adquiere un aspecto narrativo que desarrolla una especie de juego destructivo entre los personajes. Sin embargo, no consigue establecer una lógica en este juego de acciones y reacciones y no encuentra coherencia en su desarrollo final. A lo largo de la pieza destaca especialmente el trabajo de Melissande Carré por su intensa interpretación y su total entrega a cada instante escénico.