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Fin de semana en torno al 'Ingurutxo' tesoro del patrimonio de Leitza
"Creo que el Ingurutxo es el mayor o unos de los mayores patrimonios de Leitza. Es una dantza que no se ha dejado de bailar nunca en muchos años, hasta 2020 por la pandemia" cuenta Miguel Mari Elosegi Irurtia, autor de la exposición de fotografías que se podrá visitar este fin de semana en Herri Aretoa. A modo de anticipio, algunas ya se pueden ver en la vitrina que recuerda a aquellas carteleras del cine. Asimismo, este próximo sábado habrá una charla y mesa redonda a las 18.30 horas en la que participarán Mikel Lasarte y Karlos Irujo, de Ortzadar Euskal Folklore Taldea así como dantzaris de Aurrera. Las invitaciones se pueden retirar en Maimur y Astiz.
Se trata de una selección de 27 fotografías de las miles que ha tomado desde 2008 a 2019, instantáneas que muestran diferentes momentos de esta danza que sigue muy viva en Leitza, aunque no tanto como les gustaría a algunos y algunas leitzarras. "Antes se bailaba varias veces a lo largo del año, no se limitaba a las fiestas. Cuando había algo que celebrar siempre se bailaba el Ingurutxo", apunta este biólogo, bertsolari, investigador y fotógrafo aficionado entre otros oficios y aficiones. . "Está documentado que ya se bailaba hace 200 años, pero viene de atrás. En 1936 y 37 se suspendieron las fiestas y no se bailó el ingurutxo pero entrevistamos a mayores de Leitza y recordaban que en el 36 se bailó en lore jokoa, una fiesta que se celebraba en primavera", explica.
UN TESORO DEL PATRIMONO LOCAL
Así, esta iniciativa de Ingurutxozale Taldea quiere poner en valor este tesoro de Leitza, el mejor conservado y con más coreografías de los existentes en Navarra. Y es que es un baile social en el que intervienen hombres y mujeres que con diversos nombres se ha bailado en casi toda Navarra. Se compone de tres partes. Comienza con una Soka dantza, una invitación al baile encabezada por una pareja que baila un Belauntziko mientras otra pareja va en busca de la chica elegida para pareja del primer dantzari que baila en su homenaje, ceremonial que continúa hasta completar todas las parejas. Los tiempos han cambiado y ya no hay distinciones de género. Un segundo grupo de danzas es el Ingurutxo propiamente dicho, con diferentes ritmos y coreografías como Inguru haundiak e Inguru txikiak, en corro en sentido contrario a las agujas del reloj. Se finaliza con una jota, porrusalda y biribilketa.
"Es algo grande para Leitza. Antes bajaba la gente de los caseríos y se ponían a bailar", apunta Elosegi. Lo cierto es que no cuesta imaginar la alegría que suponía en años de necesidades y trabajo duro, momentos en los que el Ingurutxo daba rienda suelta al cuerpo y también propiciaba el encuentro y el contacto. A unos meses de las fiestas de agosto, Elosegi no aventura si se podrá bailar. "Ya se verá si se puede. Tampoco queremos liarla", observa. Mientras tanto, este fin de semana es un recordatorio y un pequeño homenaje a este baile que forma parte del ADN de Leitza.
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