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Felisa Arribalzaga, panderetera de la clandestinidad
Panderojole, dantzari, cantante e irrintzilari
“Felisa es una de las últimas que quedaba vivas. Y como anécdota te contaré que la ilusión del matrimonio era que su nieto tocara ese día en Iurreta. Y así fue. A día de hoy Beñat Egiarte, que era aquel crío, es un nombre y apellido importante de la lírica: canta óperas, y también es médico”, explica José Jabier Abasolo, Tiliño, a Mugalari. Además, eran grandes dantzaris de jota. Incluso ganaron concursos.
Durante el franquismo, la pareja continuó tocando y bailando de forma clandestina. Y a principios de los años 70, “podría ser en 1974” les rindieron un homenaje. Calendarios después, en 1979, en la famosa Romería de Urkiola, Felisa quedó segunda en un concurso mixto de irrintzilaris.
Felisa Arribalzaga nació en Muxika el 2 de febrero de 1922 y Eduardo en 1923 en Etxano. En una entrevista en los estudios de Euskadi Irratia, con el matrimonio presente, la panderojole explicó que para la pareja el monte Bizkargi fue muy especial. “Los dos éramos pastores de ovejas y solíamos coincidir allí en Bizkargi. Yo tenía 14 años y Eduardo uno menos. Fue pasando el tiempo y nos enamoramos”, relataba.
A ambos les gustaba ir a romerías. Como Eduardo tocaba la trikitixa, ella acabó aprendiendo a tocar la pandereta. “Al principio no nos salía muy bien, pero tiramos a un lado la vergüenza y venga...”, sonreía. Un día de romería “era para nosotros un día de trabajo. Lo pasábamos bien, pero era trabajo. Eso sí a la gente le gusta que haya ambiente, fiesta”.
Beñat Egiarte recordará siempre con el mayor de los cariños a su amama. “Mi debut como trikitilari lo hice junto a ella, en San Juan Ofrendo, barrio de Amorebieta”, relata. Aconteció en fiestas de San Juan donde interpretó cinco piezas como telonero del histórico Kaxiano. Tenía 14 años. Desde entonces ha habido muchas más ocasiones. “La última que yo recuerdo, la boda de mi primo Xabi en Atxondo. Yo tenía 29 años y ella 91. Aunque sin duda uno de los recuerdos más especiales será cuando me la llevé seis semanas a Estados Unidos, a Carolina del Sur, con 80 años, para que conociese dónde vive su hija, su yerno y sus nietos. Toda una aventura”.
A juicio de Beñat, Felisa tenía cuatro cosas claras en esta vida: “Rezó a todos los santos habidos y por haber, pero eso no le impidió adaptarse a los tiempos con una positividad e inteligencia no propia de su generación, asumiendo con total normalidad desde la separación de alguno de sus hijos en tiempos en los que eso era muy muy raro y mal visto, hasta animar a su hija a que fuese a Estados Unidos para empezar una vida con un hombre al que apenas conocía pero del que estaba tremendamente enamorada, y con el que lleva casada más de treinta años”.
Beñat incluye unos datos más de lo progre que era. “Más recientemente con sus 90 años ha asumido como normal, y con ilusión y cariño mi matrimonio con mi marido, el matrimonio civil de mi primo con su mujer o el nacimiento en pecado (que no por ello no deseado) de un algún biznieto suyo. Tenía claro que lo importante era vivir feliz, el resto era secundario para ella”, concluye el tenor.
Felisa Arribalzaga anima un acto festivo junto a su nieto Beñat Egiarte. (Deia)
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