Farruquito agota las localidades en Bilbao con “Alma Vieja”

El bailaor flamenco presenta, hoy y mañana, en el Teatro Arriaga de Bilbao, “Alma Vieja”, una forma de entender la vida que se traslada al escenario

Hoy y mañana el bailaor abarrotará el Teatro Arriaga bilbaino ­las localidades están prácticamente vendidas­ con “Alma Vieja”, un tributo a sus ancestros, a los cantes antiguos y al baile más puro. «Intentamos respetar las raíces del flamenco pero, al mismo tiempo, somos jóvenes y tenemos nuestras inquietudes», apunta Farruquito, que en el escenario estará acompañado en el baile por su hermano Farruco (17 años), su tía La Faraona, sus primos El Polito (11 años) y El Barullo (13 años) y por un excepcional invitado, que abre el espectáculo, Manuel Molina (del dúo Lole y Manuel).





El público se encontrará en “Alma Vieja” con «una historia sin historia» que rinde homenaje a la figura del gran maestro, su abuelo Farruco. Un recorrido por la vida de esta familia gitana, donde el flamenco más puro se entremezcla con el sentimiento jondo y que los puristas han recibido excepcionalmente: «Quizás de lo que más orgullosos estamos es de la aceptación de los puristas del flamenco», precisa el bailaor.



Concibe el baile como un ritual y a pesar de la expectación que despierta ­fue elegido entre los 50 más guapos de la revista People­ Farruquito simplemente dice que «esas cosas no tienen nada que ver conmigo» y a la hora de definir a su familia, escuetamente, pincela: «Somos gitanos, somos humildes».





Aunque, paradójicamente, ha tenido que triunfar en Estados Unidos, para ser reconocido aquí, detrás de eso «hay mucho trabajo y esfuerzo» y Farruquito, a lo que en realidad aspira es «a seguir bailando siempre con ilusión y poder acostarme por las noches contento conmigo mismo», aprovechando, cada día, «los consejos de mis mayores para seguir aprendiendo».





En “Alma Vieja” desgranará sobre el escenario diferentes palos flamencos, desde “Fandangos de su Majestad”, dedicados al abuelo, a “Bulerías de la gorda”, bailadas por su tía, pasando por “Farruca mía”, en homenaje a su madre, o las “Seguirillas” finales en las que confluye la pureza y la raza de estas tres generaciones de artistas.