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Fallece el coreógrafo Maurice Béjart, el gran innovador de la danza del siglo XX
Murió a los 80 años en Lausana, donde ultimaba su nuevo montaje
«Maurice Béjart murió en el Centro Hospitalario de Lausana», anunció su
amigo el escritor François Weyergans, premio Goncourt 2005. «Sin duda,
ya está haciendo bailar a las estrellas», comentó por su parte el
antiguo primer bailarín de la Opera de París Patrick Dupond.
Béjart, que arrastraba problemas de salud desde hace varios años,
fue hospitalizado la semana pasada para seguir un estricto tratamiento
cardiaco y renal que debía durar un mes. Trabajador incansable, el
octogenario enfermo había seguido hasta su ingreso los preparativos de
Vuelta al mundo en 80 minutos, última creación cuyo estreno está
previsto el próximo 20 de diciembre. El espectáculo, ya póstumo,
iniciará a partir de febrero en París una gira que hará escala en
España, Bélgica y Japón.
Claude Bessy, ex directora de la escuela de danza de la Opera de
París, expresó emocionada su alivio «porque sufría enormemente. Le vi
la última semana en un estado físico dramático», agregó la antigua
bailarina estrella, quien reveló que el artista quería morir.
Béjart solía decir que no temía la muerte pues «es una certeza.
Creo que siempre se muere a tiempo. El tiempo está contado de manera
diferente para cada uno, pero se muere a tiempo», reflexionaba el autor
de «coreografías que quedarán duraderamente en las memorias», como
observó el presidente francés Nicolas Sarkozy, en uno de los numerosos
elogios fúnebres divulgados por personalidades de su país natal.
Nacido el 1 de enero de 1927 en Marsella, el popularizador de la
danza contemporánea guardaba rencor a Francia, que abandonó en 1960
para instalarse con su Ballet del Siglo XX en Bruselas. Hijo del
filósofo Gaston Berger y huérfano de madre a los siete años, adoptó
como nombre artístico el apellido de Armande Béjart, esposa de Molière,
que ha consagrado como uno de los pilares fundacionales del ballet
moderno.
Descubrió la danza a los 14 años cuando, tras un accidente, un
médico le recomendó bailar para fortalecer su enclenque anatomía. En
1954 encontró en la música concreta de Pierre Henry y Pierre Schaeffer
la expresión que buscaba para su nuevo lenguaje, inaugurado al año
siguiente en París con Sinfonía para un hombre solo. Desde entonces ha
firmado 140 coreografías entre las que figuran monumentos como el
Bolero de Ravel, El pájaro de fuego, la Novena Sinfonía de Beethoven...
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