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Explosión de expresividad
Crítica, Antonio Márquez
Antonio Márquez encandiló al público donostiarra con un espectáculo de danza de primera línea. Este genial bailarín mostró unas cualidades artísticas absolutamente sublimes, tanto por su asombroso virtuosismo como por su inmensa e inagotable expresividad.
En la primera parte del programa, la compañía nos ofreció el ballet El Sombrero de Tres Picos en una versión basada en la coreografía original de Antonio Ruiz Soler que resultó una auténtica delicia para los sentidos. Colorido, alegría y dinamismo discurrieron a lo largo de una obra perfectamente contada donde el gesto y la danza se funden en completa armonía para encontrar una franca y divertida clave de humor. El argumento fluye sin demora entre cuadros costumbristas de gran belleza y vistosas y enérgicas danzas, que los bailarines ejecutaron con amplio rigor técnico y desbordante energía, en una verdadera explosión de expresividad. El vestuario, el decorado y la iluminación se conjugaron aportando unidad y encanto al conjunto.
Después del descanso, llegó Zapateado interpretado por Antonio Márquez y Currillo. Una auténtica joya. Un pequeño diamante para la danza flamenca, en la que queda patente la absoluta maestría en el zapateado de ambos artistas, junto al infinito control de matices expresivos de Antonio Márquez.
La tercera pieza, El Bolero de Ravel, fue una propuesta coreográfica en la que la danza flamenca explora recursos escénicos nuevos, centrándose principalmente en el diseño espacial y adquiriendo una estética contemporánea. Aunque su planteamiento de partida fue rotundo y veraz, decayó en interés coreográfico en su parte central, recuperando su inicial consistencia en la conclusión. Esta pieza acusó algunos desajustes en la iluminación y el sonido que, sin embargo, no mermaron la potencia y el brillo de estos excelentes bailarines.
El espectáculo terminó con un fin de fiesta que constituyó un nuevo despliegue de energía, belleza y calidad artística. El público aplaudió absolutamente entregado y recibió a cambio otro momento de danza especialmente grandioso del incombustible y magistral Antonio Márquez. Después de una larga ovación y con el público en pié, la compañía se despidió visiblemente emocionada.
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