Con aparente tranquilidad, pero con los nervios propios del primer día, Zishan Tariq se estrenó ayer en el papel del rey moro, el protagonista que hace único al Alarde de Antzuola. El rugido de los cañones y escopetas resonó con fuerza durante la representación del acto más especial de las fiestas, que ensalza la identidad y el orgullo de la comunidad antzuolarra.
El general –en cuya piel volvió a meterse Lander Domínguez–, dan-tzaris, los bertsos del bardo urretxuarra Iparragirre, fusileras y fusileros, gastadores… Todas las piezas que dan vida al ritual que el tercer sábado de julio revive los hechos acontecidos en la batalla de Valdejunquera, el 26 de julio del año 920, se empastaron en una cuidada y emotiva puesta en escena que fue seguida de cerca por numeroso público.
Tras el desfile, una vez en la Herriko plaza con el ayuntamiento como telón de fondo, y antes de que sonarán los cañonazos y las salvas de fogones, desde su montura el jefe de las tropas locales abrió la arenga que desde 2011 se interpreta en euskera an-tzuolarra, fruto del proceso iniciado dos años antes que renovó y rejuveneció la escenografía de esta revista de armas. A continuación, llegó la rendición de Abderramán III, dentro de un episodio que toma cariz de respeto entre culturas y religiones.
Más relajado tras la prueba de fuego, Zishan se mostraba “orgulloso” por haber interpretado al moro-califa y participado en el alarde. La experiencia le ha dejado un “buen sabor de boca” a este vecino de An-tzuola, de origen pakistaní, que se siente un “antzuolarra más”. El año que viene repetirá.