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"Esta Aste Nagusia va a acabar bailando todo el mundo conmigo"

Igor Yebra bailarín

Egilea
Maite Redondo
Komunikabidea
Deia - Noticias de Bizkaia
Tokia
Bilbao
Mota
Elkarrizketa
Data
2010/07/17

bilbao. Aprovecha un pequeño hueco de su apretada agenda para conversar telefónicamente con DEIA desde su pequeño apartamento en Burdeos, al que prácticamente acaba de llegar de Roma, donde ha bailado Romeo y Julieta, y del que tiene que marcharse dentro de unos días a Venecia para bailar otro de su ballets preferidos, Coppelia. Pero, Igor Yebra reserva el mes de agosto para una cita muy especial. El día 26, el bailarín bilbaino se subirá a un escenario en "un marco mágico como es Abandoibarra, junto al Guggenheim", y en plena calle bailará su versión del ballet Zorba, el Griego junto con la Lithuanian National Opera and ballet Theatre y la música de Mikis Theodorakis.

Está decidido a hacer bailar el "sirtaki" a todo el mundo.

Me encantaría que la gente se animara a bailar. Y creo que lo vamos a conseguir. Quiero que el público participe y acabe bailando a su manera y como le dé la gana. La gente cree que el ballet, al igual que la ópera, es elitista. Hay que romper ese tipo de perjuicios.

¿Y por qué ha elegido "Zorba, el Griego"?

Cuando me dijeron desde el Ayuntamiento que querían programar ballet en Aste Nagusia, enseguida pensé en esta obra. Unos días antes, estaré representándola en el Festival de Santander, pero es que además en el Zorba que voy a interpretar, aunque tiene un poco de tragedia y de drama, lo que realmente cuenta es la parte festiva. Con un público que va a estar de pie, a las 23.30 horas, creo que es la opción más acertada.

¿Será la primera vez que bailará en plena calle?

He bailado muchas veces en festivales al aire libre, pero en un contexto como este, de noche, gratis para el público, es la primera vez que lo voy a hacer. Me hace mucha ilusión. Supone un reto para mí.

Y además en su ciudad. ¿Eso impone más?

Muchísimo. ¡Y en fiestas! Para todos los bilbainos, las fiestas de Bilbao siempre han sido muy especiales. La ciudad se queda vacía durante el verano, pero muchísimos vuelven para estas fechas. Es una responsabilidad muy grande. El que el Ayuntamiento haya querido hacer esta apuesta por el ballet y por mí es un orgullo y un honor.

¿También para Igor Yebra es especial Aste Nagusia?

Llevo 20 años sin poder disfrutarla porque siempre me coincide con actuaciones. Pero hasta que me marché a estudiar fuera, cuando tenía 14 años, estuve en todos los saraos. Me lo he pasado estupendamente en Aste Nagusia. Mi infancia ha sido muy alegre, me apuntaba a un bombardeo.

Y entonces, ¿ya soñaba con poder bailar en ellas?

Soñaba con bailar. Me gustaba tanto que con eso me conformaba. Y con trabajar muy duro. Me siento un gran afortunado por poder realizar lo que quería hacer de pequeño. He hecho cosas que ni siquiera se me pasaban por la cabeza. Como esta. Esa es la diferencia con la mentalidad de los niños de ahora. Hoy día, un niño no quiere ser bailarín, sueña con convertirse en un personaje televisivo, en el número uno, en campeón del mundo. Es una pena. Yo sólo quería bailar y si era posible, poder vivir de ello.

Y ese sueño se ha cumplido de sobra.

No me puedo quejar lo más mínimo. Soy un afortunado. Además, me siento muy querido y muy respetado, especialmente por el público. Pero esto también hay que ponerlo entre comillas para que mucha gente no se ponga medallas que no le corresponde. Lo que nosotros hemos conseguido, incluyo a gente como Lucía Lacarra, Alicia Amatriain y otros bailarines vascos que están triunfando, es estar a un primerísimo nivel mundial. ¿Qué habría pasado si hubiéramos sido futbolistas? Esto es por lo que nosotros tenemos que batallar y por lo que yo estoy batallando individualmente. Por eso en su día decidí abrir una escuela en Bilbao y ayudé a crear la Asociación Bilbao Ballet Elkartea (ABBE) para dar las posibilidades a la gente que está en primera línea y que nunca ha tenido oportunidad de bailar en su tierra. Por eso intento hacer este tipo de espectáculos. Quiero luchar contra esta marginación que sufre el mundo de la danza.

Por cierto, ¿qué tal le va la escuela de baile?

Durante estos cuatro años, ha habido un lleno total, incluso con esta crisis tan importante, no ha habido ni una sola plaza libre. Ya se tiene que empezar a hacer selecciones, porque si no, no hay espacio para más gente. Me da mucha lástima no poder ofrecer la formación completa.

¿Y qué tal son los niños? ¿O tengo que decir niñas? ¿Alguna futura estrella del ballet?

La mayoría son niñas. Ya hay algunas que empiezan a salir fuera. El año que viene una de mis alumnas se irá con una beca completa de 22.000 euros al English National Ballet para terminar sus estudios allí. Que le hayan aceptado una escuela como esta es muy importante.

Siempre ha confesado que trabaja "como una bestia". ¿Cuántas horas ensaya al día?

Un mínimo de cuatro horas diarias no me lo quita nadie. Cuando se acerca la función, los ensayos duran más de diez horas. Hay que trabajar mucho, los riesgos que se corren son muy grandes. Al final, estoy aquí sin tener unas grandes lesiones. En los últimos siete u ocho años no he tenido descanso. Cuando tengo un día libre, intento hacer una escapada a Bilbao para ver cómo van las cosas en la escuela, pero estoy encantado de la vida.

A sus 35 años, ¿se encuentra en su mejor etapa como bailarín?

Soy una persona que mira el día a día, miro hacia adelante. Me encuentro en una buena época, afortunadamente las lesiones me han respetado, estoy con mucho trabajo, lo cual está muy bien, la escuela funciona estupendamente... ¿La mejor época? No lo sé, me gustaría que lo mejor esté por llegar. Es como cuando me preguntan por mi ballet preferido. Siempre contesto que está por llegar. Si no, sería muy triste.

¿En alguna ocasión ha tenido la tentación de colgar las zapatillas para siempre?

Seguiré bailando hasta que me echen la tierra encima. Lo que yo hago no es un trabajo, es una vocación. A pesar de que ya no pueda subirme a un escenario, seguiré bailando mentalmente hasta el último día de mi vida.

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