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Espléndida trayectoria
Crítica, Escuela profesional de danza Almudena Lobón
NO me cansaré de repetir que es absolutamente extraordinario poder disfrutar de una obra del gran repertorio de danza como La Bayadera
, en un programa de fin de curso de una escuela. Y con un nivel en el
que, a la simple complacencia de familiares y amigos de los bailarines,
se suma una categoría profesional en algunos componentes, francamente
admirable. Bayadera , el ballet de Minkus y Petipa,
convenientemente revisado por Almudena Lobón, ya lo pudimos ver en la
sesión del pasado año; así que este año lo hemos disfrutado doblemente
porque está más asimilado y maduro en muchos alumnos que ya lo
bailaron. Como siempre que Almudena aborda una gran obra, el vestuario
está muy cuidado, es eminentemente colorista y, a la vez que ambienta
las escenas exóticas de la narración, es un reflejo de alegría y
pedagogía para los más jóvenes, muchos todavía niños. No se repara en
gastos para las luces, que son fundamentales para la escena, y con
pequeños detalles de atrezzo , se logra un ambiente que, aquí,
es siempre elegante. Este año además se han añadido nuevas variaciones
y se ha podido contar con una estrella excepcional -Amaia Pardo,
recientemente premiada en un certamen de danza- como en las grandes
noches de ballet. El resultado fue una representación fluida, cargada
de bellísimos momentos, tanto por el despliegue generoso de puntas que
en todo momento hacen las bailarinas, como por la actuación de Pardo,
impecable en las evoluciones y muy bien secundada por su partenaire
David Mejías, quien, por cierto, se ha puesto a gran altura en tan poco
tiempo. Muy bien las diversas intervenciones de todos los grupos que
desfilan por esta historia de lejanías y sueños, con pasajes
emocionantes como el solo del jovencísimo solista masculino; o la
abrumadora belleza del ballet blanco del último acto. Muy valiente la
intervención de los jóvenes nobles, a quienes animo de forma especial
por lo difícil que es aún hoy día ver un grupo nutrido de chicos en una
escuela.
Pero si La Bayadera era el plato fuerte del espectáculo, no dejó de sorprendernos la cosquilleante, luminosa y preciosa coreografía que se presentó con música de Mozart como homenaje al compositor. Ciertamente la música del genial salzburgués se acomoda muy bien entre los tutús -clasicismo musical en busca del romanticismo-, y que además resulta sublime cuando se aborda el adagio del famoso concierto para piano número 21 desde la barra de ejercicios, en una variación llena de musicalidad, melancolía y excelentes pasos de ballet. Y es que con Mozart, si se hace bien, se puede hacer de todo. Desde jugar, como lo hicieron los más pequeños correteando por la marcha turca , hasta atrapar toda la belleza de esa música y no dejar que se escape de la piel, sino que tome forma femenina o masculina de encuentros y desencuentros, de diálogos corporales siempre muy bellos.
Ya es la 24ª edición de la gala de esta escuela profesional. Ha sido una evolución ascendente, llena de prestigio y con excelentes resultados. A partir de ahora preparan ya las bodas de plata. Espero que desde las instancias públicas se reconozca y apoye la labor de este centro tan importante para la danza clásica en Pamplona.
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