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Espadas en la plaza
Los dantzaris de Leitza bailaron la Ezpatadantza en del día del patrón, San Tiburtzio. Centenares de vecinos disfrutaron del espectáculo
Para las 11.30 horas, cientos de leitzarras fueron acercándose hasta la plaza que en cuestión de pocos minutos se llenó totalmente de personas. Los más precavidos se reservaron los mejores sitios, en primera fila, a los que se fueron sumando las personas que asistieron a la homilía que se celebra anualmente con motivo del día del patrón.
Andoni Zabaleta, Sergio Merino, Beñat Zabaleta, Iker Urkiola, Joseba Sagastibeltza, Oian Alduntzin, Miguel Olano y Mikel Azpiroz, los protagonistas que iban a representar el tradicional baile, miraban al reloj con impaciencia. Eran conscientes de que más de 1.000 ojos les observaban y nada podía fallar. Todo tenía que salir a la perfección.
En cuanto llegó el mediodía, cada muchacho tomó una espada y una makila en cada mano y se colocaron en dos hileras. Comenzaba el espectáculo. En ese momento, Mikel Azpiroz sujetó una gran ikurriña y comenzó a ondearla haciendo círculos por encima de las cabezas de sus compañeros, quienes aguardaban agachados. El instante del saludo a la bandera fue uno de los más emocionantes de la mañana.
A partir de ahí, y una vez superada la prueba del saludo de la bandera, los dantzaris ofrecieron más de 25 minutos de típicas danzas de la zona. Zortzikos, makildantzas y txankarrakuas dieron paso a la tan esperada Ezpatadantza, que se representa mirando a los políticos municipales, que toman asiento cerca del Ayuntamiento. Este año, fue Aintzane Ezenarro, representante de Aralar en el Parlamento vasco, la invitada de honor de la Casa Consistorial.
Como el año pasado, fue Andoni Zabaleta el muchacho que fue alzado a hombros por sus compañeros en el baile principal. Habitualmente, se suele aupar al dantzari más ágil de todos, y en este caso Zabaleta fue el elegido, como lo fue en el día del patrón del año pasado.
La Ezpatadantza llegó desde Vizcaya en los años previos a la Guerra Civil, hacia 1933, de la mano del pamplonés Patxi Ripa, y a día de hoy, sigue más presente que nunca en la localidad. Se puede afirmar que la Ezpatadantza se ha convertido en un acto propio, que remarca la identidad de los leitzarras y que emociona a todos los vecinos que se acercan hasta la plaza.
Es por ello, por el arraigo que ha conseguido en los 74 años que han transcurrido desde que llegó la danza a esta localidad navarra, por lo que centenares de leitzarras acuden anualmente a la cita del baile de la Ezpatandantza en el segundo día de fiestas de San Tiburtzio.
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