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Escasez creativa
Crítica, Gelabert-Azzopardi
El reconocido coreógrafo catalán Cesc Gelabert no cubrió en su visita a Donosita las expectativas creadas por su laureada trayectoria. Presentó un breve programa con dos de sus últimas creaciones, dos obras ligeras que realmente tuvieron poco que aportar en el aspecto coreográfico. Psitt!! Psitt!!, que fue interpretada en primer lugar, prometía un interesante trabajo basado en el poético y sugerente mundo de Eric Satie, en concreto en sus anotaciones musicales llamadas indicaciones de carácter, pero la obra no adquirió relevancia ni profundidad quedando su desarrollo coreográfico demasiado simplista o falto de elaboración. No obstante, el trabajo de Gelabert mostró virtudes en otros aspectos, principalmente en el plano de la ejecución. La bella música compuesta por Pascal Colomé acompañó con finura y rigor la calidad de los bailarines que evolucionaron con gran pureza de movimiento y delicada exactitud. Algo similar ocurrió en la segunda obra Viene regando flores desde La Habana a Morón que planteaba sensualidad y espontaneidad sobre música popular cubana interpretada en vivo por el cuarteto Timbancó. En ella la coreografía se apoya sobremanera en una serie de solos que descansan demasiado en el virtuosismo técnico de sus bailarines que, a la postre, resulta muy reiterativo por el mismo tono en que se desarrollaron todos ellos. Los momentos de conjunto gozaron de un interés irregular cayendo a menudo en ideas poco eficaces. Así, el movimiento en ambas obras se nos antoja gratuito. Aunque limpio y espectacular, gira y gira sobre sí mismo sin llegar a ningún destino. El público percibe con admiración la destreza de los bailarines pero poco o ningún contenido relativo a las emociones.
Vestuario e iluminación por el contrario fueron puntos fuertes sobre todo en la primera parte en la que otorgaron a la pieza un carácter singular describiendo sugerentes personajes que brillaban en su elegante y bien concebida indumentaria. De la misma manera el trabajo de iluminación en esta pieza destacó por su especial riqueza y vistosidad.
El final de la función abundó todavía más en lo fácil hasta el punto de prolongarse en los consabidos saludos musicales con sus respectivos solo-exhibición de cada bailarín a modo de despedida. La excelencia técnica de los bailarines satisfizo al público pero no consiguió suplir la escasez en las ideas coreográficas en un espectáculo poco sorprendente y poco creativo.
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