El domingo el Tour pasó muy cerca de Zumarraga, pero los zumarragarras estaban ocupados celebrando la romería de La Antigua y no fueron a ver la carrera. Disputaron su propio Tour: la subida a La Antigua y la posterior bajada.
Tanto la subida como la bajada se hacen por la carretera por la que subieron los ciclistas en las ediciones de 2011, 2015 y 2019 de la Itzulia. La salida está en la plaza. Tras el avituallamiento que ofrece la sociedad Irrika en Eitza, vienen las rampas más duras. La subida la suelen comandar los txistularis, los dantzaris y la corporación y el grupo suele subir más o menos compacto. Pero el domingo amenazaba lluvia y aquello se convirtió en un sálvese quien pueda.
El primero en pasar la imaginaria pancarta de la montaña fue Juan Manuel Kerejeta. Iba acompañado de dos amigos. Se habían saltado el avituallamiento y fueron descalificados. El pelotón llegó roto en mil pedazos. El primero en llegar a La Antigua fue el txistulari Xabier Soraluze, que hizo la subida con el dantzari Mikel Antia.
En cuanto al equipo de los concejales, el más rápido fue el jeltzale Daniel Jiménez. Por algo es miembro de la sección de montaña del Goierri. El veterano txistulari Aitor Calvo también hizo un buen papel. Demostró seguir en forma. Las primeras mujeres fueron la txistulari Mariaje Arratibel y la concejala socialista Arantxa González. La jefa de filas de los dan-tzaris, Uxue Kerejeta, llegó justo detrás. Algunos de los que se estrenaban en la ezpata-dantza, como el joven Adur Garmendia, llegaron con evidentes signos de fatiga. Pagaron la novatada. No supieron dosificar las fuerzas. Ya irán aprendiendo. El juez de paz Mikel Lizarralde llegó más fresco. La veteranía es un grado.
Ander Esnal Luzuriaga también llegó bien fresco. Las ventajas de ir a hombros de su padre. Y el pequeño Paul Benítez Otaegi hizo su primera subida a La Antigua el mismo día en el que cumplía un año. Los veteranos Juan Mari Balenziaga y Vicente Quevedo también dieron la talla. Un poco más atrás llegaó la hija de este último, Maite, con las hermanas Artolazabal (como los Yates, pero a cola de grupo). Las últimas en llegar fueron Mariate Guridi y su sobrina Amane.
Tras la ezpata-dantza, la comida y la romería, los zumarragarras hicieron la bajada. A los que hicieron la subida se les sumaron el resto de los vecinos, formando un pelotón de miles de personas. Aunque la bajada es muy peligrosa, no hubo caídas destacables. No se retiró nadie. Llegaron todos a la meta de la plaza Euskadi. Todos contentos. Todos ganadores. La victoria de un pueblo.