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En busca de sus raíces

El grupo de danzas Oinkari de Idaho visitó Galdakao invitado por Andra Mari para conectar con la cultura vasca

Egilea
Estibaliz Arrieta
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Galdakao
Mota
Albistea
Data
2006/09/24

Durante estas fiestas de Santa Cruz, Galdakao ha recibido la visita de Oinkari, el grupo de danzas norteamericano de Boise, capital del estado de Idaho, que los vascos afincados en EE.UU. fundaron en 1960 tras una visita a San Sebastián. Desde entonces han venido en dos ocasiones más, en 1985 y 2003. En ambas han aprovechado para profundizar en las tradiciones vascas, las danzas, sus pasos y corregir detalles. «Necesitamos un maisu -maestro- allí que nos corrija», pedía Jill en una de las cenas que el grupo realizó en el Batzoki de Galdakao con el Andra Mari Dantza Taldea como anfitrión de Oinkari.

Jill se maneja en «erderas» -castellano-. El euskera lo aprendió hace siete años en un barnetegi que realizó en Lazkao. «La madre de mi padre era de Gernika 'eta euskaraz conpontzen gara'. Además, en la Universidad de Boise dan créditos por estudiar euskera», comentaba con orgullo con una mezcla de acento vasco y americano. Los antepasados de Lael Uberuaga, una joven de 19 años que desea ser periodista y se vino de viaje con un cuaderno de notas donde apuntaba todo lo que le parecía interesante, son de Izpaster. «Ha sido como volver a casa porque somos muy parecidos, no es como si nos fuéramos a China», señalaba con los ojos como chiribitas.

«Todo el día bailando»

Con todo, les sorprendió que aquí no se estuviera todo el día bailando danzas, jugando al mus y a la paleta. «Allí tampoco, pero lo cuidamos mucho. Es la referencia que tenemos. Los vascos de allí ven el valor de ser vascos, mientras que los de aquí no apoyan tanto el tener una cultura tan especial», analizaron.

El corte de pelo rapado por los lados y con cresta que ahora se ve por aquí, allí hace tiempo que dejó de llevarse. Otras de las diferencias que han notado durante el escaso tiempo que han tenido entre actuación y actuación es que «en Euskadi se hacen muchas huelgas». «Los de Andra Mari son fenomenales pero nos han tenido todo el día bailando», puntualizaba Annie Gavica, descendiente de inmigrantes de Berriatua e Izpaster.

«En EE.UU. trabajamos ocho horas al día durante cinco días a la semana y sólo tenemos cinco días de vacaciones. Aquí los coches, las casas, las calles son más pequeñas, es todo más estrecho. Vivís en pisos, pero bien», comentaba Jill, que vino acompañada por sus primos y hermanos, e incluso con su amama, Lydia Jausoro, de 86 años. «Seguro que nos ha venido a vigilar», bromeaba Jill antes de salir de fiesta.

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