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Emotivo adiós a Faustino Echevarrieta

Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Ordizia
Mota
Albistea
Data
2006/03/15

José Luis Sanz, compañero de fatigas durante muchos años en ese propósito de reunir el más selecto pelotón, árbitro internacional de ciclismo, comenta que, como socio de Chapel, justo con aquella recién estrenada mayoría de edad, «Faustino se animó a echar un cable a los componentes de la sociedad que habían puesto en marcha la carrera. Entre otros: Josetxo Sarasola, Juan Miguel Mujika, mi padre, Angel, etc.



El ciclismo



Un encuentro con el ciclismo que no sólo se quedó en la cita local, indica José Luis Sanz, sino que le llevó a entrar en el mundo del arbitraje txirrindulari. En este aspecto, añade, «fue el primer miembro de la sociedad que llegó a arbitrar fuera del País Vasco, y a marcar todo un techo de responsabilidad en este cometido, al acudir, como juez, a la Vuelta a Cataluña». A lo largo de los últimos 25 años, apostilla José Luis Sanz, ha sido el director de la Prueba Villafranca. Para mí, concluye Sanz, «no sólo ha sido un maestro en el mundo del arbitraje sino la persona que me ha ayudado y animado».



Juan Miguel Mujika, componente de Chapel Gorri, algo más de una década mayor que Faustino destaca de entrada que, «hemos sido amigos toda la vida». Hemos mantenido nuestras discrepancias políticas, añade, «lo que no quita para reconocer que ha sido una persona sensacional que ha hecho por Ordizia lo que muy pocos».



«De Faustino destacaría -enfatiza Juan Miguel Mujika- la entrega hacia los demás; todos eran amigos, así como al Chapel. A mí me ha hecho un montón de favores personales». Hoy (por ayer), finalizaba Juan Miguel Mujika, «he ido a despedirme de él y me he emocionado».



La eskudantza



En aquellos años 60 y 70, la sociedad Chapel Gorri mantenía a su vez, la responsabilidad de la eskudantza de Santaneros; el aurresku, en el que Faustino Echevarrieta ejercía de maestro, en esta ocasión, junto a Luis Aizpurua y Josetxo Sarasola. Cuando el Chapel cede el testigo en esta actividad, el legado lo recoge una joven promoción en la que, entre otros se encontraba, Jesús Mari Garate, quien ha permanecido ligado a los bailes tradicionales a lo largo de toda su vida.



Jesús Mari Garate destaca que, «para mí, primero ha sido una gran persona, y a continuación, al mismo nivel, un magnífico profesor. Yo le quería mucho», apostilla. «Me quedo con la pena, expone Jesús Mari Garate, «de que el mundo de la danza tradicional no le haya brindado un homenaje en vida».



La Parroquia



Hombre ligado a la parroquia, Faustino Echevarrieta participó en las representaciones de las estampas de la Pasión, y fue miembro de la coral Santa Ana en la época en la que su director era Antonio Rey. El sacerdote Javier Ormazabal apunta que estuvo muy comprometido también con la parroquia en la época de Félix Garitano. Era un hombre dispuesto a echar una mano en todo momento, ahí ha estado, por ejemplo, en el «camerino» de la Cabalgata, hasta este año. Me quedo con la idea, reseña Ormazabal, «de que a pesar de las diferencias ideológicas nunca hizo distinciones con nadie, ni siquiera con sus adversarios políticos, tanto cuando estuvo al frente de la Caja de Socorros, de CAF como de director de la Caja de Ahorros Municipal».



El queso



El queso de Euskal Herria, el Idiazabal, ha representado otra de las grandes pasiones de Faustino Echevarrieta. Un producto en el que decidió volcarse, siendo miembro de la Corporación en aquellos años 60. Época en la que el queso del país era todavía un vestigio genuino y viviente del paleolítico, momento a partir del cual pasó a ser testigo de la gran evolución experimentada, revolucionario salto que, cuatro décadas después, le ha llevado a convertirse al Idiazabal en una joya gastronómica, de proyección internacional. Así las cosas, era la Cofradía la que en el capítulo del año 2002, decidía agasajarle con la máxima distinción y nombrarle Gran Maestre de la entidad. Un reconocimiento que tenía lugar, el 7 de julio, en el salón de plenos de la Casa Consistorial, que dio lugar a uno de las contadísimas intervenciones públicas que se le recuerdan. Una alocución, de la que se inserta un resumen, cuyas palabras adquieren mayor contenido y quedan en estos momentos para la historia de Ordizia.

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