Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka Emakumea eta Santagedako festa Altsasun

Dokumentuaren akzioak

Emakumea eta Santagedako festa Altsasun

El origen pagano de la fiesta de Santa Águeda nace en tiempo de los romanos, los cuales en pleno Solsticio de Invierno, celebraban las fiestas llamadas “MATRONALIA” con cultos dedicados a propiciar la fecundidad de la mujer.

Con la llegada del cristianismo, la fiesta fue santificada dedicándose a Santa Águeda, joven siciliana que en el siglo III fue torturada por mantener su pureza y virginidad cortándosele a su vez los senos. De ahí le viene a la Santa la protección contra los males de pechos de las mujeres.
Egilea
Enrike Zelaia
Komunikabidea
Hitzondo
Mota
Iritzia
Data
2014/02/03
Lotura
Hitzondo

Poco después de su muerte, el volcán Etna entró en erupción y la población de Catania pidiendo la intercesión de la Santa logró salvar del fuego volcánico a la ciudad. Por esa razón, Santa Águeda fue proclamada también protectora contra los incendios.

En Euskal Herria además, se le atribuyen otras facetas sanadoras, como la curación de cefaleas y migrañas, siendo a su vez Santa Águeda la elegida como patrona de las enfermeras.

Por todo lo expuesto, se sobrentiende la enorme influencia que en el mundo femenino tenía esta fiesta que se celebra el 5 de febrero.

Al margen de su tardía cristianización, la llamada Fiesta de Santa Águeda en Altsasu fue muy importante en el pasado. Era la gran fiesta de la juventud. Fiesta que en su pleno esplendor y desde la víspera, participaban por igual tanto las chicas como los chicos de todo el pueblo. Así debió ser durante siglos... Hasta que a comienzos del siglo XX los mozos comenzaron a distanciarse de la fiesta. En principio abandonaron su participación en la cuestación coral de la víspera, dejando esos menesteres en manos de las chicas. Los llamativos y ruidosos repiques de campanas, que como conjuro contra las brujas y malos espíritus tocaban durante varias horas seguidas el día 4 al anochecer, dejaron de sonar.

Ellos, que oficialmente ostentaban la representatividad civil y religiosa en la fiesta, ocupando por tanto en la Misa festiva la bancada municipal instalada en primera fila de la iglesia y portando a su vez el primer Rey elegido la mismísima vara del Alcalde, haciendo dejación en cuanto a su participación se refiere, en 1905 no acudieron a la celebración del tradicional sorteo de Reyes dejando al Alcalde con las cartas en la mano. Tampoco honraron a la Santa asistiendo a misa ni bailaron el zortziko en la plaza.

Pero semejante “sacrilegio” no podía ser permitido. Y ese mismo año de 1.905, la Santa, que era protectora contra los incendios, castigó al pueblo altsasuarra (según se dijo desde el púlpito) permitiendo el incendio de “La Charolería”. De tal forma que, la más importante industria local, la cual daba trabajo a cerca de medio centenar de obreros, inesperadamente fue pasto de las llamas. Para evitar semejantes tragedias en el futuro, al año siguiente se pidieron voluntarios para honrar a la Santa en el día de su fiesta. Varias personas, algunas incluso de avanzada edad, debieron prestarse voluntarias para cumplir con el programa festivo tradicional. Pero la cosa no funcionó.

Por lo que en 1.907 se tuvo que recurrir a los quintos: mozos obligados a cumplir el servicio militar, los cuales y en fecha diferente, pedían por las casas del pueblo con el fin de celebrar una comida de despedida con lo recogido en la cuestación. Nada tenía que ver la Santágueda con ellos, pero obligados por las circunstancias, los quintos cumplieron con la función encomendada: Realizar el sorteo de reyes, santificar la fiesta con la asistencia a misa, trasladar su cuestación personal al día 5 por mañana, y bailar el zortziko por la tarde. Los grupos de chicas por su parte, continuaron dando vida a la fiesta como siempre, postulando para Santágeda con sus tradicionales coros. Y como extraña novedad, en el año 1907 la mañana de la fiesta se inició con una 2ª cuestación, pero pidiendo para los quintos.

De cualquier manera, la organización popular de la fiesta de Santa Águeda, siguió fraguándose en los... “precursores costureros”: numerosos centros de reunión y trabajo controlados por las chicas donde, en aquel tiempo, se concentraba el día de la fiesta toda la juventud altsasuarra atraída por los incipientes bailes al “agarrao” que allí se celebraban. (Chotis, mazurcas, valses...). Como es natural, ellos y ellas, instintivamente inducidos por las esencias primitivas de la originaria fiesta MATRONALIA, preferían más aquellos “pecaminosos” bailes que los zortzikos oficiales de la Plaza. Es por ello que, con el transcurso del tiempo, la celebración oficial de la fiesta de Santágueda empezase a decaer. Como ha quedado expuesto, primero fueron lo chicos los que en 1905 decidieron abandonar. Y al finalizar los años 20, fueron las chicas las que definitivamente determinaron también no participar en la fiesta, desapareciendo con ello, los famosos y... posiblemente únicos, “Coros Femeninos de Santa Águeda” en Euskal Herria.

Sin cuestación de Santágueda, sin coros, sin repiques de conjuro y sin participación de la juventud en general, la Fiesta de Santa Águeda perdió todo su encanto y magnitud. Con más pena que gloria, a partir de los años 30, la fiesta continuó celebrándose oficialmente con la exclusiva participación de los quintos, los cuales, fueron modificando su imagen inicial, cambiando su vestuario de calle por el propio de Santa Águeda: pañuelos de colores en bandolera y el palo de korosti encintado. Con la salvedad añadida de que a nivel íntimo y familiar, las amigas, novias y madres siguieron preparando las tradicionales tortas, pañuelos y cintas con que obsequiar el escaso número de quintos que participaban. Pero a partir de entonces, la fiesta de Santágueda fue ya diferente, llegando con ese formato hasta nuestros días.

Tras el obligado “parón” del 36, en el transcurso de la posguerra la participación de los “quintos” comenzó aumentar lentamente. Después (1.962) se incorporó a la mesa de comensales la presencia femenina. Y en 1972 aparecieron nuevamente los “Coros de Santa Águeda”, recuperándose con ello parte de las esencias tradicionales de la fiesta. Lástima que en aquellos tiempos no se incluyese en los coros a las mujeres, tal y como señalaba la tradición antigua. A partir de entonces nació entre la gente una especie de... imperiosa necesidad de revivir la juventud a través de la participación en la fiesta.

Y en la actualidad, son docenas y docenas de “quintadas” mixtas diferentes de toda edad y condición, las que acompañan a quienes ostentan el auténtico protagonismo en la fiesta: Las chicas y chicos que al cumplir su mayoría de edad celebran por primera vez la fiesta de Santágueda. Una juventud, que en la actualidad comparte sin distinción alguna de sexo el mismo programa de actos, incluyéndose el baile de la tradicional “gizon-dantza” ó “zortziko de Altsasu”, el cual, es bailado durante cinco días en la Plaza aplicándose el riguroso turno de intervención que la tradición mantiene y que todo el mundo conoce.

De esta forma y como especial característica de su personalidad, son miles de alsasuarras quienes celebran la Santágueda con comidas especiales, encuentros memorables y recuerdos entrañables, muy difíciles de borrar en el futuro de sus vidas.

ENRIKE FERNÁNDEZ DE GARAIALDE Y LAZKANO
ZELAIA

Dokumentuaren akzioak