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El último baile de José Ignacio Beitia

Alma máter del Elai Alai y el Festival de Folklore, familiares y amigos destacan su afán por promover la cultura vasca

Elai Alai está de luto. La pérdida de José Ignacio Beitia, presidente de la fundación, ha dejado un vacío muy importante en el ámbito cultural de Portugalete. Aunque en sus inicios formaba parte del Eusko Lorak Dantza Taldea de Sestao, su localidad natal, su vínculo con la villa se remonta a 1962, cuando le propusieron enseñar danzas vascas en la calle San Antonio a un pequeño grupo que dio lugar al Elai Alai Kultur Elkartea. En 1971 les invitaron a un festival de baile que se celebraba en la localidad de Amélie les Bains-Palalda, en los Pirineos franceses, y José Ignacio, que regresó con la idea de hacer algo así en Portugalete, organizó el primer Festival Internacional de Folklore sólo un año después.
Egilea
Aida M. Pereda
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Portugalete
Mota
Albistea
Data
2015/05/31

«José Ignacio es el alma máter. Ha estado detrás de esta cita desde el principio, aunque también hubo otros actores, como Txetxu Fernández», indica Aitor Beitia, hermano y director general de la fundación. «Era audaz, no tenía miedo de traer grupos súper extraños y eso ha propiciado que el festival tenga el renombre y la trayectoria que tiene», destaca. «No se echaba atrás y vencía cualquier problema burocrático que conllevaba traer a ciertos grupos africanos, israelitas o de la Unión Soviética en épocas políticas muy complicadas», advierte su hija mayor, Gentzane Beitia.

China, Mongolia, México, Perú, Corea del Sur… «Era muy ‘echao palante’ y pese a chapurrear sólo algo de francés viajaba para ver grupos de danzas para traer a Portugalete y para todos los circuitos de festivales nacionales», explica la secretaria de Elai Alai, Ana García, que le acompañó en alguna de sus expediciones con su esposa, Rosa Mari Lázaro, dantzari y responsable del vestuario en el grupo. «Mi ama ha ido con él al fin del mundo, porque han ido a sitios donde no han visto a un hombre blanco en su vida», señala Gentzane. José Ignacio no era muy dado a homenajes, pero consciente del apoyo de su mujer, siempre dedicaba todos los reconocimientos que recibía a ella. «Sabía que tenerla de su parte era muy importante», afirma Aitor.

Gran poder de convocatoria

«Era muy conocida ‘la ceja de José Ignacio’. Si arqueaba la ceja lo hacía porque estaba pendiente de que todo saliera bien», explica su hermano. Pero, «pese a ese aspecto serio, tenía un humor ácido que me gustaba mucho», señala Ana. Su hija Gentzane destaca que «era una persona que estaba ahí siempre que se le necesitaba» y que además, contaba con un «gran poder de convocatoria».

De pequeña, recuerda haber visto desde el balcón una bajada en las fiestas de San Roque que su aita organizó en agosto de 1976, tras la muerte de Franco, con el respaldo del Elai Alai y el apoyo de otros colectivos, para reivindicar el uso de la Ikurriña, prohibida durante la dictadura. Nunca se le olvidará aquella imagen formada por 300 personas que marcharon con sus pañuelos entrelazados formando una bandera enorme, cuenta emocionada.

Su muerte por un fallo cardiaco el 21 de mayo a los 71 años interrumpe una vida dedicada a fomentar y preservar la cultura, la lengua y el folklore vasco. Director de la oficina de la Caja Laboral en Portugalete, promovió la creación de autoempleo tras la reconversión industrial de los años 80 a través del programa de ‘Gazte Enpresa’ y aprovechó su experiencia para organizar cursos en el Elai Alai, además de ser uno de los impulsores de la ikastola Asti-Leku.

FOTOS: FAMILIA BEITIA El presidente de Elai Alai posa con miembros de una de las compañías invitadas al festival de folklore.

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