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El traje del emperador
Tibia acogida al estreno de la nueva producción de Kukai, "Erritu", con un Victoria Eugenia al completo, para contemplar anoche los nuevos derroteros de la compañía errenteriarra en su primera colaboración con el coreógrafo israelí Sharon Fidman. La obra pretende poner la lupa sobre los ritos personales y cómo estos se convierten en costumbres grupales. Sin embargo, el resultado es un collage de oscuras escenas tenebristas y de escasa espiritualidad. Con una duración de cincuenta y cinco minutos, la apuesta queda desdibujada por su pretenciosidad, sin que haya tras de sí un sólido material coreográfico que la sustente.
El director de Kukai, Jon Maya, ha demostrado ampliamente su inteligencia para ir diseñando un camino cada vez más ambicioso para el grupo nacido en Errenteria en 2001. Desde "Soka" (2009) con Pantxika Telleria, inició su política de colaboraciones con destacados coreográficos contemporáneos, llegando a su culmen con la exitosa y premiadísima producción "Oskara" (2016).
Siendo su base la danza tradicional, en ocasiones, los componentes de la formación guipuzcoana se meten en arenas movedizas en sus incursiones con la danza contemporánea. De Sharon Fridman se esperaba que trajera el "contact inprovisation", técnica de danza creada por Steve Paxton en 1972 y que emplea los puntos de contacto dísico para explorar el movimiento a través de improvisación. Sin embargo, salvo un par de escenas en las que fluyó más esta técnica, el resto retuerce hasta la extenuación los movimienntos guipuzcoanos de "ezpata dantza!, "ezpata jokoa", etcétera, alcanzando su clímax en el final que evoca la danza circular de Urdiain.
Parafraseando el cuento de Hans Christian Andersen, mientras todos los cortesanos alababan el traje nuevo del emperador, hubo un inocente niño que espetó a la multitud: "pero si va desnudo". Amén.
Una imagen del nuevo el espectáculo de Kukai. Portu
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