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«No siento responsabilidad porque el trabajo es muy honesto con el público»
Iker Gómez, Coreógrafo
- Hace mucho que salió de Eibar, pero sus inicios en la danza están aquí.
- Eso es. Empecé en la mítica escuela del Ballet
Eibarrés con Juanita Unzueta y Pili Alonso, con 4 años y con la ilusión
de un niño que va al ballet. Conforme iba creciendo me gustaba cada vez
más, veía vídeos de compañías y me daba cuenta de que quería dedicarme
a esto. Para eso necesitaba salir de aquí y me mandaron a una escuela
más grande, dejé de vivir con mis padres, pasé al conservatorio y fui
aprendiendo. Empecé con una compañía joven en la que estuve varios años
en Barcelona. En una ocasión vino un asistente del Ballet Nacional de
Suiza, me vio bailar y me propuso un contrato allí. Estuve trabajando
en un teatro muy grande, con orquesta, algo impresionante con la edad
que tenía.
- ¿Qué tipo de danza hacía entonces?
- Yo había empezado haciendo clásico. Aprendí la técnica
pero una vez que acabé comencé a aprender contemporáneo. Con la joven
compañía de Barcelona pude trabajar con un repertorio de coreógrafos
contemporáneos y neoclásicos. Entonces, empecé a tener un registro
amplio.
- ¿Qué hacía en Suiza?
- Trabajé un repertorio contemporáneo, hasta que empecé
a ver que estaba haciendo un trabajo más comercial. Necesitaba moverme
por compañías más pequeñas, con un tipo de trabajo más creativo.
Entonces empecé a girar entre Suiza y Alemania con trabajos más cortos
en compañías pequeñas, pero que en ese momento me aportaban más a mí
como intérprete.
- ¿Qué ventajas encontraba?
- Eso me permitía la posibilidad de aportar ideas al
creador, en lugar de limitarme a hacer lo que pedía el coreógrafo.
Estuve haciendo trabajos freelance varios años y al
mismo tiempo empecé a hacer trabajo de vídeo de forma autodidacta.
Empecé a interesarme por la coreografía de la cámara, a hacer trabajos
personales de videodanza, pero con el tiempo un director con el que
estaba trabajando como bailarín me propuso que hiciera algo de vídeo
para la producción. Al principio era un hobby pero empecé a colaborar
con un técnico, me fui formando y acabé montando un estudio de vídeo
aplicado a artes escénicas. Entonces dejé de ser bailarín y me dediqué
a hacer creaciones de vídeo para compañías de danza.
- ¡Vaya cambio!
- Así es, la inquietud del creador. En ese trabajo
empecé a hacer muchas producciones de vídeo para una compañía hasta que
su director me ofreció ser su asistente coreográfico. Sabía que había
sido bailarín, había trabajado mucho con ellos y al ser una compañía
muy importante fue un paso adelante. Además de danza hace mucho trabajo
físico. Si como bailarín ya tenía un registro de energías y me sabía
mover en todos los estilos, había un campo que no había tocado hasta
entonces y tuve ocasión de desarrollar. Se trata de todo el trabajo
psicológico del movimiento. Estuve dos años en los que pude aprender
como con un libro abierto.
- ¿Cómo se marchó de allí?
- Después de dos años produciendo y girando me empezó a
entrar el estrés emocional de verme con 40 años en Suiza, y yo no me
veía allí. Tenía 27 años y sabía cómo estaba el mercado laboral de la
danza en España pero si me apetecía seguir con mis proyectos de danza,
los míos propios, era el momento de intentarlo.
- Y volvió.
- Sí. Fui entregando mi currículum, haciendo pequeñas
piezas, llamando a todas partes... hasta que el Teatre Mercat de les
Flors, que es el centro coreográfico nacional más importante, me apoyó.
Con eso y una coproducción conseguí el soporte económico para gestionar
un equipo y hacer una producción de danza en las condiciones necesarias
para un montaje consecuente.
- Después de todo su periplo, ahora trae su espectáculo a Eibar, ¿qué sensación le produce?
- Alegría y mucha ilusión. La primera vez que me llamaron de Eibar estaba en mitad del proceso de creación de Absurdo,
con el estrés de introducirlo en el mercado. Tuvimos la ocasión de ir a
ensayar al Teatro Coliseo y para mí fue emocionante. Les explicaba a
mis compañeros dónde iba a comprar palmeras de pequeño, cuál era mi
escuela... Les decía 'no sabéis lo que ha cambiado este pueblo'...
¡acabaron hartos de mí!
- ¿De cara a la actuación?
- Cuando me dicen que van a venir Pili y Juanita a
verlo... Son recuerdos muy bonitos, cuando nos enseñaban lo que era un
plié y todo eso. Me hace mucha ilusión.
- ¿Y responsabilidad?
- No pienso mucho en eso. Hago un producto muy honesto.
No pretende ser comercial. Tiene un nivel que creo que es muy bueno pe-
ro no intentamos demostrar nada sino causar una sensación honesta. Es
una coreografía contemporánea, no es ininteligible, es una obra que
explica muchas cosas. No siento la responsabilidad de demostrar aquí
todo lo que he hecho porque el trabajo que hago es muy honesto con el
público.
- Al respetable se le debe mucho.
- Esta es una profesión difícil y hay que hacerlo bien.
A fin de cuentas, la gente se mueve de su casa para verte y eso hay que
respetarlo.
DATOS
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