“Poder volver y actuar aquí, traer a casa un poco de lo que haces fuera tiene un punto emocional muy satisfactorio”. Sería imposible resumir en estas pocas líneas las trayectorias artísticas de Celia Dávila, Rebeca Barroso, Gabriela Gómez Abaitua, Paula Urquijo Serrano y Paula Jofre. Pero sus caminos se han cruzado en Gasteiz esta semana para tomar parte la segunda edición de la gala KM0, una apuesta de Proyecto Larrua por poner en valor y visibilizar el talento local y la danza con sello alavés.
Las cinco han sido protagonistas este viernes sobre las tablas del Félix Petite (centro cívico Ibaiondo), cuyo aforo se ha quedado pequeño para recibirlas. No en vano, las entradas volaron hace ya tiempo. Según se pusieron a la venta, de hecho. “Nos da a posibilidad de reconectar con el territorio”, de actuar “en un contexto amable”, ante no pocas personas cercanas en lo personal, lo que también le da un punto de emoción “y nervios” diferentes a los de cualquier otra actuación.
Es también, en el caso de Gómez Abaitua, una forma de volver a bailar y dejar por un momento al lado a la también coreógrafa, directora y profesora en el Conservatorio de Burdeos. “Ahora tengo otro espíritu, otro cuerpo, otras vivencias y tengo muchas ganas de esta gala porque supone dejarme ir y disfrutar del momento”. Así lo ha hecho en un formato en el que Dávila repite, de nuevo en compañía de Daniel Lozano, con quien comparte trabajo en la Compañía Nacional de Danza. “Sobre todo vuelvo a participar por mi abuela”, dice con una sonrisa.
De todas formas, parece que entre las cuatro vitorianas y la laudioarra hay una conexión directa. “La danza es lo que nos une y lo que hace que nos comuniquemos. Puedes trabajar con bailarines que no conoces porque, al final, nos encontramos en un ambiente que para nosotras es conocido y familiar”. Eso sin perder de vista al público, como el que por segundo año consecutivo ha dejado sin entradas a la gala KM0. “La gente tiene necesidad de vivir un momento de espectáculo en vivo, de conectar con las emociones y con la creación. Hay mucha gente a la que le gusta la danza en Vitoria, hay mucho movimiento”, aunque igual no exista “tanto apoyo económico”.
Las cinco desarrollan su trayectoria profesional en un sector casi siempre inestable en lo laboral y por lo general cambiante. Pero avanzan con paso firme, también desarrollando otras facetas relacionadas como la docente, como es el caso de Urquijo en Dantzerti. Cuando miran a las nuevas generaciones, apuestan por recomendarles que “todo lo que recibes te puede servir para construirte como persona y como artista”.
“La gente tiene necesidad de vivir un momento de espectáculo en vivo, de conectar con las emociones y con la creación”
También apuestan por abrir puertas, por no cerrar la mirada solo en la danza. “Esto tiene que ver con probar y experimentar y ver cuál es tu deseo dentro del sector de la danza porque hay muchos caminos, no solo uno. En ese salir hacia fuera encuentras otros lugares y todos son igual de válidos”. Curiosidad es una palabra repetida. Igual que los verbos probar y experimentar. “En el momento en el que te estás formando, estás en una incertidumbre muy grande. No sabes si lo vas a conseguir. Disfrutas del camino pero es muy duro porque pones todo el empeño en algo que no sabes si va a dar frutos”.