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El solfeo, una "obligación" convertida en pasión para Jesús Mayor
All principio iba obligado por mi padre a estudiar solfeo. Él bailaba y enseñaba jotas y le gustaba mucho el txistu. Además, cuando bailaba con este instrumento, ganaba concursos y con la trikitixa no. Su ilusión era que sus hijos aprendiéramos a tocar el txistu", cuenta Jesús Mayor, un txistulari de Gorliz que de pequeño sufría con estas clases a las que acudía por obligación. "Mientras mis amigos estaban jugando al fútbol, yo tenía que estar en solfeo que era aburrido". Eso sí, este músico recuerda con humor que hacía "algunas piras aunque mi padre se enteraba".
Lucio Belaunieta, el txistulari municipal de Gorliz, fue el maestro de Jesús, que continuó el legado familiar ligado a la tradición cultural vasca incorporándose al grupo de danzas Itxas Argia de Getxo. "Fue el que nos enseñó a mi hermano y a mí. Él no siguió pero yo llevó más de 50 años", reconoce este hombre que se muestra "encantado" de la decisión que tomó tras horas y horas de ensayo cuando en la calle sus amigos disfrutaban con su pasión de la infancia.
Una pasión que cambió y que gracias a aquellos conocimientos ha permitido que Mayor haya colaborado con "coros como el Biotz Alai de Algorta. Con los coros y el grupo de danzas hemos viajado a Alemania, Argentina...". Un buen hacer en las plazas que ha difundido por el mundo tocando las notas más alegres.
Mantenerse durante más de medio siglo saliendo a las plazas con Itxas Argia ha sido vital para tener continuidad. Jesús Mayor asegura que "un txistulari lo que tiene hacer es tocar en la calle. También da conciertos en espacios cerrados pero el txistu es un instrumento para tocar en la calle". Y para tocar en la calle es de gran ayuda participar en un grupo. "El que se mete en un grupo de danzas tiene la oportunidad de tocar siempre. De otra manera, toca solo para él en casa".
Pertenecer a un grupo de danzas también conlleva alguna pequeña obligación, pero en este caso de buen grado: aprender las notas que acompañan a las danzas. "Al principio cuando empiezas a tocar vas un poco de novato y tienes que aprender todos los bailes. En un pueblo, el txistulari te enseñaba un poco de música pero no estás muy preparado para afrontar todos los bailes que lleva un grupo de danzas. Es bastante duro", apunta Jesús Mayor para quien es un placer "estar aprendiendo constantemente". No en vano, "ensayo casi todos los días en horas prudenciales. Mis vecinos no se han quejado y cuando veo que estoy dando mucho la tabarra me voy al local del grupo para ensayar", subraya entre risas.
Txistulari 'de balcón'
Durante los primeros meses de confinamiento, las ventanas y balcones de los domicilios fueron el punto de encuentro de los vecinos que a las ocho de la tarde salían a aplaudir a todo el personal esencial que en esos días tuvo que continuar al pie del cañón. Y en esos minutos de reunión, fueron muchos los que sacaron sus instrumentos y alegraron al vecindario. Y, entre ellos, no faltó Jesús Mayor. "Surgió de manera espontánea. Salía y tocaba canciones con el txistu. Y la gente me lo agradeció", afirma el txistulari.
Y de cara al año que viene confía en poder regresar a las rutinas del grupo de danzas y, sobre todo, poder celebrar el día de Santa Cecilia, el 22 de noviembre. "Este año no hemos podido tocar ni en la calle. Solo nos hemos felicitado por Whatsapp", lamenta Jesús que comenta con cariño el plan anual que han mantenido hasta que la pandemia cambió la vida cotidiana de manera radical. "Otros años nos hemos reunido txistularis de la zona e íbamos a tocar a Bilbao donde hacíamos un pasacalles y luego nos juntábamos a comer". Unos planes que si las previsiones más positivas se cumplen, quizá, en 2021 pueda ver cumplidos.
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