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El proceso de enseñanza-aprendizaje en la danza tradicional. Alternativas metodológicas. Reflexiones desde la propia práctica

Carmen EREÑO ÁLVAREZ, Facultad de Ciencias de la Actividad física y del Deporte de Vitoria-Gasteiz. EHU-UPV

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Carmen Ereño Álvarez
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Data
2011/09/02
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Introducción

La danza es una de las formas más genuinas de la expresión corporal, y en nuestro ámbito de las actividades físicas y deportivas es considerada como el nexo ineludible entre la educación física y la artística (musical, plástica...). Como profesora de la asignatura obligatoria: Expresión Corporal y Danza en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del deporte intento investigar y comprender la danza como componente curricular. En concreto me interesa saber sobre los elementos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la misma, en sus diferentes manifestaciones y contextos, y especialmente en el educativo formal.

En este pequeño trabajo aparece parte del análisis y la reflexión que he realizado durante estos años a partir de mi propia experiencia como practicante y como docente, basándome en los principios metodológicos comunes a la enseñanza de cualquier danza o baile. Por otro lado con este trabajo me gustaría suscitar un debate al respecto que nos sirva de manera práctica sobre todo a los que estamos en labores docentes.

La danza en los curriculums educativos

Tradicionalmente los contenidos de danza, de forma más o menos explícita, han estado presentes en todos los currículos educativos oficiales, tanto para la educación primaria como para la secundaria obligatoria. A menudo incluidos en el área curricular obligatoria de la Educación Física (otras veces en el de la Música). Actualmente, en el diseño curricular vigente (2007) tanto para primaria como para secundaria obligatorias existen dos bloques de contenidos denominados: Expresión y comunicación y Cultura motriz donde se hacen referencias claras y explicitas a la danza, y en concreto a las danzas tradicionales. Siendo lo anterior consecuencia de los objetivos previamente marcados en la ley. En concreto para primaria:

“Apreciar el carácter sociocultural de las tradiciones lúdicas y físico-deportivas de Euskal Herria y de otras culturas, para respetar y apreciar los valores de la cultura vasca y del resto de las culturas, mediante la práctica de juegos y expresiones tradicionales y populares.

Conocer y valorar la diversidad de actividades físicas, tipos de juegos, tradiciones lúdicas, actividades deportivas y danzas según diferentes criterios socioculturales para apreciar los valores de la cultura vasca”.

Y para secundaria:

“Apreciar el carácter sociocultural de las tradiciones lúdicas y físico-deportivas de Euskal Herria y de otras culturas, para respetar y apreciar los valores de la cultura vasca y del resto de las culturas, mediante la práctica de danzas, juegos y expresiones tradicionales y populares.

Investigar diferentes tipos de juego, actividades deportivas y danzas, para poder acceder de forma autónoma a un mayor abanico de posibilidades mediante búsqueda en diferentes fuentes de información”.

Dantza plazan, Vitoria-Gasteiz 2005

Dantza plazan, Vitoria-Gasteiz 2005.
Fotografía de C. Ereño.

Enseñar y aprender danza

El proceso de enseñanza-aprendizaje de la danza tiene grandes similitudes, metodológicamente hablando, a lo que pudiera ser la enseñanza en nuestra área de las actividades físicas y deportivas de los que denominamos deportes técnicos, de composición, de valoración estética como pueden ser las gimnasias deportivas rítmica y artística, la natación sincronizada, el patinaje artístico, etc. Estas similitudes o puntos en común se centran en lo que se refiere a los aspectos de preparación técnica y física. Aspectos estos, sobre todo el primero, que toma la mayor parte del tiempo en los entrenamientos.

La enseñanza en estos deportes está centrada en los modelos de ejecución o técnicas y se basa en su repetición fragmentada, analítica y continuada indispensable para lograr un cierto grado de automatización de las mismas.

En la danza, a este trabajo de preparación técnica y física (que suelen ir paralelas), hay que sumarle la exigencia de preparación en el apartado expresivo-artístico, que en definitiva es la más importante (no así en los deportes mencionados). Los bailarines dicen que su cuerpo únicamente es el instrumento, el medio para expresarse, como para el escritor puede ser su pluma. La preparación exhaustiva de ese “cuerpo-instrumento” es solo una primera e imperiosa necesidad que tienen para poder luego expresar bailando.

Esta forma de aprender-enseñar va unida a lo que llamamos “pedagogía del modelo” (M. Mosston, 1990) tan usada en la danza y que siempre requiere del dominio y la reproducción de unas técnicas, de modelos de ejecución concretos, es decir, de relaciones espacio-temporales específicas en un entorno estable, en solitario o en colaboración con otros compañeros. Definimos este estilo de enseñanza como “convergente”. Para nosotros resulta paradójico ya que en el área de la expresión corporal, proponemos trabajar con estilos de enseñanza justamente en el otro sentido, hacia la divergencia, es decir, en la búsqueda de la respuesta diferente, creativa, original y única del alumno, favoreciendo el desarrollo de su creatividad. Y esto, para nosotros, es uno de los grandes tesoros pedagógicos que las actividades de expresión corporal aportan a la formación integral de las personas.

En danza, el alumno aprende básicamente imitando, pasándose gran parte del tiempo concentrado en reproducir espacial y temporalmente los modelos que le enseñan. En este proceso se da una primera “fase de centración” en el propio hacer, en la que las sensaciones propioceptivas serán las más importantes, y constituye parte del mencionado proceso de “automatización”. Después se pasa a poder trabajar más descentrado y poder atender a aspectos como puedan ser las relaciones en colaboración con los demás compañeros o respecto al trabajo espacial, al tiempo del baile o a la calidad y matices de movimiento.

Enseñar y aprender danza tradicional

Las danzas tradicionales, folklóricas o populares son danzas que se basan en formas y músicas que sobreviven a distintas generaciones, que se definen en función del contexto particular donde se crean y por tanto ligadas a una cultura, a un folklore concreto. Son danzas que se presentan en general como danzas sociales bailadas por un colectivo amplio no elitista. Por eso, por definición y en relación con su aspecto popular, decimos que en general son danzas o bailes de ejecución fácil, con pasos y estructuras coreográficas sencillas y que no deberían de ser muy exigentes ni técnica, ni físicamente hablando.

La forma natural, tradicional, y más lógica de aprender estas danzas es mediante la imitación directa en los contextos en que se dan (normalmente son espacios públicos como las plazas). A ello se le añaden “nuevos contextos” de aprendizaje: academias, gimnasios, asociaciones, escuela... espacios para el aprendizaje de las danzas tradicionales y sobretodo, lógicamente, para el aprendizaje de nuestras euskal dantzak.

Por ello, aquí, en nuestro entorno, y con el gran repertorio y tipos de diferentes de danzas que tenemos, es lógico y deseable, que la aplicación práctica en educación física curricular se haga con las euskal dantzak, y dentro de ellas con las más sencillas y fáciles de aprender. No creo que haga falta incidir aquí en el valor formativo e integrador en lo que respecta al desarrollo de la cultura propia y como contenido trasversal entre la educación artística y la educación física de la persona en sus primeras etapas de formación.

Es para este contexto educativo y desde esta perspectiva formativa que haremos el siguiente análisis y consiguientes alternativas para la enseñanza de uno de los bailes a lo suelto más conocidos: el Arin-arin.

Gaztemundu 2004

Gaztemundu 2004.
Fotografía de J. Etxebeste.

Enseñar y aprender Arin arin

El Arin arin es un baile del grupo de “bailes a lo suelto tipo jota” y, como su propio nombre indica, es un baile de ejecución ligera; un baile de ritmo binario (de compás 2/4 o 6/8) y que se puede presentar con diferentes estructuras coreográficas y formas de ejecución. En todas ellas el bailarín ejecuta acciones de tipo psicomotriz, frente a una pareja o en grupo (en círculo o repartidos en el espacio de baile); no existe contacto físico con el o los compañeros de baile, salvo excepciones cuando se baila en pareja (por ejemplo en el arrimateko).

La práctica del Arin arin suele resultar una práctica alegre, participativa y que para algunos sigue suponiendo un reto, siempre emocionante.

En nuestra área de las Ciencias de la actividad física y del deporte sabemos que una tarea motriz aumenta su dificultad cuanto mayor es la velocidad exigida para la ejecución de la misma. Por otro lado, el aprendizaje de las técnicas o modelos de ejecución se ve dificultado en gran medida cuando la concentración del participante en la tarea baja. Esto último suele suceder unido a la aparición de la fatiga muscular, más aún, cuando se trata más de acciones basadas en pasos saltados o brincados y con cierta repercusión cardiovascular.

Si a estas dos anteriores consideraciones unimos que en el Arin-arin las relaciones espacio-temporales que se dan son de orden complejo, es decir de cierta exigencia coordinativa, constatamos la necesidad de planteamientos metodológicos alternativos a la repetición en orden y analítica de la estructura coreográfica.

A continuación, tomando como ejemplo la primera de las cuatro formas de Arin-arin que yo misma aprendí en la Escuela de folklore de Vitoria-Gasteiz definiré, en primer lugar, su estructura coreográfica, el proceso de enseñanza-aprendizaje integrando la perspectiva del docente y la del alumno, posteriormente identificaré las dificultades presentadas en él mismo, y para concluir presentaré varias alternativas metodológicas.

Estructura coreográfica

En todas las ejecuciones del Arin-arin se presentan diferentes acciones coordinadas del tren inferior: caderas, piernas pies, mientras que tronco y brazos mantienen la posición erguida o con muy poca variación, con los brazos alzados (con las manos más o menos altas) y el codos y/o hombros más o menos flexionados. Esto es así en muchos bailes “tipo jota”.

La forma de Arin arin elegida está dividida en tres partes o pasos que se suceden cíclicamente hasta el final de la música. La primera parte denominada medias, la segunda vueltas (medias + giro) y la tercera ó tercer paso. A esto se le añade “la introducción” (al inicio del baile) y “el cierre” de un ciclo que, en ambos casos, se realizan con una vuelta.

Las tres partes ocupan el mismo tiempo en la música, para entendernos 8x4 o sea 32 tiempos. Así, se suceden 8 medias (cada media 4 tiempos) alternando derecha e izquierda, 4 vueltas (cada vuelta 8 tiempos) y 4 tercer paso (cada tercer paso 8 tiempos).

La ejecución del baile empieza después de esperar doce tiempos de la música (o después del 4º tiempo del 2º ocho) con la ejecución de una vuelta.

Para concluir el ciclo, como decíamos anteriormente, lo hacemos también con una vuelta (media+giro) que ocupa los últimos 4 tiempos del último paso. Para volver a repetir el ciclo pero ahora empezando al otro lado.

Descripción y análisis del proceso de enseñanza-aprendizaje

La enseñanza del Arin arin, dentro de la programación vino después de la del fandango, otro baile de estructura parecida, pero de forma, y sobre todo de ritmo (ternario) diferente.

El grupo se situaba frente al espejo con el profesor en una posición adelantada y la forma de enseñar cada parte era analítica, muy lentamente, parando en cada tiempo y marcando muy claramente la situación espacial respecto a nuestro frente: el espejo. Al principio cada paso de las diferentes partes se hacía sin música “cantando” el profesor los tiempos” 1,2,3 y 4, y después tarareando el mismo ralentizada una melodía (recuerdo “madalenara”).

Las partes o pasos descritos se aprendieron en orden, dedicando una sesión para cada uno (además de repasar otras danzas ya aprendidas). El segundo día se unían el primero y el segundo paso para acabar el tercer día integrando todo y añadiendo la forma de empezar y de terminar el ciclo.

Por último dejamos el espejo y empezamos a bailarlo, como lo haríamos siempre a partir de entonces, situados en círculo. El paso al que se le dedicó más tiempo fue el 2º: las vueltas. Y el paso que más fácil se asumió fue el 3º (último en enseñarse)

Durante el resto del curso frecuentemente se repasaban tanto el Arin-arin como el fandango aprendidos.

Dificultades de aprendizaje

En todos los contextos en los que he intentado aprender el Arin arin reconozco que ha sido costoso, a menudo había que parar, repetir volver a explicar, y volver a repetir. Esto es algo a lo que estamos muy acostumbrados en danza, pero a mí no me parecía muy lógico que esto sucediese en las danzas tradicionales.

El aprendizaje de segundo paso: las vueltas fue el más costoso y donde más dificultades coordinativas aparecían. El tener que girar el cuerpo, y de forma rápida hacía lógicamente perder la referencia. Y era frecuente parar y tener que explicar de nuevo el paso. Lo mismo sucedía en el “cierre” que era fundamental para unir los ciclos y saber a qué lado nos tocaba continuar.

En general, como siempre, a fuerza de intentarlo, todos aprendimos el Arin-arin, poco a poco fueron desapareciendo los fallos coordinativos, podríamos decir que llegamos a un nivel de automatización que nos permitía bailarlo con soltura, aunque en algunos casos la duración de las melodías elegidas y si lo hacíamos al final de la clase (cuando más cansadas estábamos) provocaba de nuevo la aparición de ciertas dificultades.

Dantza plazan, Vitoria-Gasteiz 2005

Dantza plazan, Vitoria-Gasteiz 2005.
Fotografía de C. Ereño.

Alternativas para la enseñanza del Arin arin

Antes de plantear alternativas convendría hacer la reflexión sobre el objetivo de nuestra intervención docente, es decir preguntarnos para qué y/o por qué enseñar Arin arin: ¿para pasar un buen rato disfrutando y aprendiendo? ¿para ir luego a la plaza y poder bailar? Supongo que lo mejor y más ambicioso sería plantearnos tanto uno como el otro objetivo.

Por otro lado cuanto menos tiempo invirtamos en el aprendizaje más tiempo tendremos para bailar, siendo más eficaces y eficientes en nuestra labor docente.

Para ello yo plantearía, entre otras, las siguientes alternativas metodológicas para la enseñanza, en concreto, de este Arin arin:

  • Enseñanza global de las medias: basado en la ejecución de tres cambios de peso y un apoyo, concretando progresivamente la relación con el espacio (el medio giro).
  • Utilización de músicas de ritmo binario más lentas para empezar.
  • Enseñar primero el tercer paso (o el paso más fácil) con el objetivo de integrar el ritmo de la música.
  • Aprenderlo antes que el fandango, de ritmo ternario, por estar más acostumbrados a los ritmos binarios. Aunque los fandangos, en general son más lentos y nos pueden ayudar, dada la similitud de la estructura coreográfica, a integrar la del Arin arin.
  • “Contar los ochos”: para intentar desde la iniciación identificar las frases musicales que corresponden a cada parte, identificándolas el alumno como partes de la misma duración.
  • Bailarlo al principio de la sesión: en general no dejar para el final de la clase acciones que supongan mayor exigencia cardiovascular.
  • En general, cuando haya que aprender un paso o relación de pasos nueva hacerlo al principio de la sesión evitando la baja concentración en la tarea.

Son alternativas metodológicas que he ido introduciendo en mi propia práctica docente y me han ido dando buenos resultados y algunas de ellas pueden aplicarse a otro tipo de danza o baile tradicional.

A menudo nos pasa que enseñamos como aprendimos, y es difícil separarse de las formas de hacer que integramos de los momentos iniciales de nuestro aprendizaje. Cuando nos situamos como docentes en este proceso y se presentan dificultades, es necesario ser creativos al respecto y atreverse a organizar de otra manera la enseñanza.

¿Puede que la clave este en la elección del tipo de tarea motriz y en el respeto a la propia naturaleza de la misma?

Referencias bibliográficas

Departamento de Educación Gobierno Vasco. Diseño curricular básico de educación primaria y secundaria (BOPV decreto 175/2007); pp. 86-105 y 449-473.

Mosston, M. y Ashworth, S. La enseñanza de la Educación Física, la reforma de los estilos de enseñanza. Barcelona: Editorial Hispano Europea, 1993.

Etxebeste J. y Urdangarín, C. Euskal jokoa eta jolasa. Transmitiendo una herencia vasca a partir del juego. Servicio central de publicaciones Gobierno vasco, 2005.

Otros documentos:

Brozas, M. Paz y Garcia, T. “Las danzas del mundo en el mundo de las danzas” (apuntes inéditos del curso). Vitoria-Gasteiz, 2005.

Ereño Álvarez, Carmen. “Las danzas vascas como forma tradicional de expresión” (apuntes inéditos del curso). León, 2006.

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