Marcilla, Caparroso, Peralta, Aoiz, Sangüesa, Berriozar, Huarte, Beriáin, Txantrea, Rochapea, Buztintxuri... Julen Urriza, vecino de Noáin de 10 años, va de fiesta en fiesta bailando con Leonor: el gigante que sus padres, Jon Urriza y Olga Sarasola, le regalaron por su comunión.

Es mi mundo, mi pasión, mi vida. Me encantan los gigantes”, confiesa Julen, miembro de la comparsa txiki de Noáin y de Beriáin, que averigua en internet en qué pueblos de Navarra se celebran kalejiras y concentraciones de gigantes.

Vamos a donde mande el jefe. El presupuesto en gasoil es alto”, bromean Jon y Olga, que este verano se han recorrido gran parte de la geografía foral con Leonor en el maletero.

 Julen siempre ha jugado con gigantes de goma. Con dos años, cogía a Josemiguelerico –el rey europeo de la comparsa de Pamplona–, le daba vueltas y vueltas en la habitación e imitaba el sonido que emiten las gaitas. “Estaba todo el rato con el mítico ‘tiiii’ del final de los bailes”, recuerdan sus padres.

Con tan solo tres años, Julen se apuntó a la comparsa txiki de Noáin y las sillas de casa se convirtieron en gigantes improvisados que vestía con camisas de su padre. “Giraba y giraba por el salón. Era un no parar”, relatan.

Los aitas, cansados de que las sillas estuvieran moviéndose todo el rato, decidieron hacerle un caballete. “Bajaba al parque y bailaba con otros niños”, comentan.

Julen creció, la estructura de madera se quedó pequeña y de regalo de comunión pidió una Leonor, una giganta de la comparsa de Noáin. “En fiestas siempre estábamos detrás suya”, confiesa Olga.

Los padres, conscientes de la ilusión que le haría a Julen, contactaron con el taller Eskuartean Imaginería Festiva de Beriáin y con el modista de gigantes Fermín Teruel y el resultado fue una figura de dos metros y 35 centímetros de altura y 19 kilos. Sus padres, el tío Iñaki, los abuelos Julián y Mari Carmen y la peña El Tablao de Marcilla –los padres de Olga son de esta localidad– convirtieron el sueño de Julen en realidad. 

Desde entonces, carretera y manta. “Hay una página web en la que aparecen todas las salidas de gigantes, ve en qué pueblos salen a bailar y nos pregunta si podemos ir. El presupuesto en gasoil es alto”, se ríe Jon.

Antes de emprender el viaje, los padres de Julen siempre piden permiso a las comparsas –otras veces van invitados– y, en caso afirmativo, desmontan a Leonor, meten la cabeza y el torso en el maletero y ponen rumbo “a donde mande el jefe”, aseguran. Julen siempre desfila con una faja y pañuelo azul personalizado –el logo es Leonor– y sus padres le acompañan con el mismo pañuelo, pero en rojo.

Leonor, en la playa

Este año, se han llevado el gigante hasta de vacaciones. Sergio, tío de Julen, les dejó la casa de Mutriku y el pequeño, que siempre está ojo avizor, se percató de que Deba, a solo seis kilómetros, celebraba las fiestas de San Roke.

Contactamos con la oficina de turismo, hablaron con los organizadores del Día del Niño y con la comparsa y nos dijeron que fuéramos. Así que nos llevamos a la giganta a la playa. No nos importa que no nos conozca nadie. Lo importante es que baile y se lo pase bien”, destacan. 

Dicho y hecho. El 16 de agosto, Leonor salió de kalejira con Debako Erraldoiak y, sin previo aviso, le ofrecieron bailar un vals en solitario delante de todo el pueblo. “No me puse nervioso y lo di todo”, recuerda Julen, que levantó los aplausos del público.

“Cuando terminé, los giganteros adultos me dijeron que no se atrevían a bailar después mía porque lo había hecho muy bien”, añade orgulloso. 

También ha danzado en colegios –Amigó y Liceo Monjardín– y en la residencia de Sangüesa, donde vive el padre de Jon. “Pedimos permiso al director, realizamos dos actuaciones y los abuelos se lo pasaron muy bien. En el momento en el que ven algo distinto, como un gigante, se emocionan. Aplaudieron mucho. Nos gustaría repetir”, adelanta. 

Los padres narran todas estas vivencias y andanzas de Julen en el blog gigantaleonor.es, el regalo de su noveno cumpleaños.

Compramos el dominio y aprendimos por nuestra cuenta porque no teníamos ni idea de cómo desarrollar una página web. Nos costó tres meses”, indican.

Los posts están repletos de decenas de imágenes –un amigo de Jon les ha prestado una Canon EOS 5D– y de vídeos en los que Leonor brinca de fiesta en fiesta.

Es un proyecto de familia. Queremos que quede un testimonio gráfico, visual y escrito para que podamos recordar su infancia”, expresan.

Quizás, en un futuro, el blog familiar recoja el “gran sueño” de Julen: bailar en la comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona. “Mi favorita es Josephamunda”, confiesa. Los deseos hay que perseguirlos y Julen ya ha preguntado por los requisitos: “Se puede a partir de los 16”.

76 gigantes de goma

La colección de gigantes de goma no para de crecer –para Olentzero y su cumpleaños siempre pide el mismo regalo– y ya son 76: Pamplona, Noáin Olite, Tafalla, Cáseda, Marcilla, Funes, Aoiz, Tudela, Sangüesa, Peralta, Sarriguren, Deba...

Los gigantes los compra en Platero –cuando terminó la entrevista echaron un vistazo a los de Alsasua, Momotxorro y Bruja–, en las salidas de las comparsas y, si hace falta, viajan. “Una vez fuimos hasta Irún porque solo los vendía una tienda de allí”, recuerdan. Julen guarda los 76 gigantes en los armarios –las baldas están prácticamente llenas– y juega tanto con ellos que los reconoce con los ojos cerrados. “Se ponen dos parejas o más y hay que adivinar de dónde son. Siempre acierto”, se enorgullece. 

Además, crea sus propios gigantes con botellas de agua de plástico. “Cojo un papel, dibujo, pinto y lo pego en la botella”, explica Julen, que de mayor quiere dedicarse a la construcción de estas figuras. “Lo tiene muy claro”, asegura Jon. A por ello y mucha suerte.