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El loco baile de 'a ver quién puede más'

Después de 65 años, 'La Revoltosa' sigue siendo uno de los actos más emblemáticos de la semana festiva. Su autor, Luis Gil Lasheras , estrenó la pieza en 1941 como 'La Revolvedera'

Komunikabidea
Diario de Noticias
Tokia
Tudela
Mota
Albistea
Data
2006/07/27

Cuando el director de la banda municipal de música agita la batuta, la consigna parece llegar de forma invisible a los revoltosos. El reloj marca las 00.30 horas y una voz sin sonido parece ordenar: "Danzad, danzad, malditos". Suenan, entonces, los primeros acordes de la melodía compuesta por Luis Gil Lasheras, el músico que en 1941 presentó la partitura dirigiendo la banda. Era 26 de julio y todavía quedaba en el ambiente el sonido del repiqueteo de campanas de por la mañana, cuando la imagen de Santa Ana recorría las calles de Tudela en su día grande. No era la primera intentona de Gil Lasheras que, previamente, entre los años 1922 y 1928, había compuesto otras cuatro partituras sobre el mismo tema que el público no aceptó de la manera que el autor esperaba. El éxito estaba por llegar todavía y habría de ser con la pieza que tituló La Revolvedera.

El nacimiento

Composición y éxito

A Luis Gil Lasheras le sucedió en el cargo de director de la banda municipal de música de Tudela, el músico Eliseo Pinedo, que el 29 de julio de 1958 escribió una carta a su predecesor, quien ya no residía en la capital ribera, los detalles de las fiestas de aquel año. "Tú sabes bien, pues tú fuiste el creador de ella -le comentaba- que al final de la música y precisamente y únicamente los días de las fiestas mayores, se sigue tocando lo que aquí todo el mundo llama La Revoltosa ; pero este año (no podemos ni hemos podido averiguar por qué) se han suprimido los aires de jota, es decir, que ha quedado mutilada". En la misiva, además, Pinedo aventuraba que "según dicen algunos mozos, la razón es que así le es más fácil a la Banda Municipal vencerlos al no dejarles un momento de reposo, o la protesta colectiva a la falta de competiciones deportivas sustituidas por esta desenfrenada carrera sin ton ni son". Lo cierto es que la definición no podía ser más precisa y ajustada a la realidad. Un poco más adelante, el director le comenta al creador de La Revoltosa que "sentiría mucho que hubiese llegado a tus oídos esa infundada mutilación y hubieras llegado a pensar que no hemos sentido ese desmoronamiento de ese chimpún final que tú creaste para admiración de nuestros visitantes y envidia de los que no podemos tomar parte en él".

Luego, prosigue aclarando que "no lo creas así, ese es el motivo de envío de esta carta abierta que a ti no te ha de gustar por lo que tiene de publicidad; pero servirá de protesta pública ante la posible desaparición de una pieza musical que tan acertadamente interpreta el gesto, la resistencia y la alegría de esta mocina tudelana". Esta denominación de la juventud de la ciudad se repite, con relación al acto, en agosto de 1957, en la sección de Aldraguería local de La Voz de la Ribera, donde se afirmaba de forma textual que "La Revoltosa duró el viernes 25 minutos y el domingo media hora... Los músicos no pudieron con la mocina".

Aunque se han hecho muchas cábalas con el origen de La Revoltosa , la respuesta a posibles dudas la ofreció Miguel Gamen en 1966, en el transcurso de una entrevista a La Voz de la Ribera . Este músico había estado en la Banda Municipal, tocando el saxofón durante 58 años y fue testigo de comentarios dispares en torno al origen de la popular pieza. Estas elucubraciones surgieron tras la visita y actuación de la Banda Militar de Jaca, dirigida entonces por Tomás Asiáin. A las preguntas del periodista, Gamen contestó con rotundidad que el compositor de La Revoltosa , que primero fue bautizada como La Revolvedera , fue Luis Gil Lasheras, también autor de varias zarzuelas.

El reto

La banda contra la gente

"Todo el que vive estas fiestas no puede faltar a La Revoltosa que, sin condición de edades, sin o de una fortaleza física inquebrantable, ya que no hay que fallar a la segunda vuelta alrededor del kiosco de la plaza invita a hermanarse en el alma popular del folclore. Incorporarse en ese remolino es digno de tudelanismo, propio de una raza que conserva vestigios ancestrales de lo suyo", decía en los años 50 con pasión Pili Bastida. Lo cierto que su percepción de los danzantes como un "remolino" fue más que acertada. Las propias imágenes gráficas que existen de este acto reflejan la velocidad de los revoltosos alrededor de la banda de música. El infernal ritmo de las vueltas lo marca el director de la banda, un cargo que actualmente ostenta José María Lafuente. Bracea, acelera el vuelo de la batuta, baja la cabeza y mira desde su posición a los músicos. Es el instante en el que parece decirles: "Más, más rápido, no nos vencerán, caerán agotados y no pedirán más".

Pero abajo, la gente acelera su marcha sin perder el hilo de la tonadilla y cuando creen que llega el respiro, es nuevamente que no, que no llega y hay que seguir girando. Se oyen gritos, cada vez más desaforados, comienzan los empujones y hay que esquivar al que cae y agarrar con fuerza al acompañante para no perderlo en el camino. Y el director sigue sin mostrar piedad y vuelve a acelerar la marcha de La Revoltosa , cuyos acordes lo llenan todo y convierten a los participantes en un solo corredor. El pulso entre los de arriba y los de abajo se tensa. Y justo cuando parece que uno de los dos va a rendirse, la propia partitura marca un final y aunque la gente pide más, el sudor y la falta de aliento se hacen presentes y hay que parar. Unos y otros se miran y deciden de forma bilateral que La Revoltosa ha terminado. Todas las cabezas se giran para mirar el reloj de la plaza Nueva y establecer la marca de la jornada: 30 minutos, 35 minutos, 40 minutos. La gente, satisfecha, se relaja y comienza a dispersarse por las calles. Una vez más, se cumple el ritual.

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