Disfrutar, compartir, conocer, reír... son, aunque no aparezca así en los diccionarios, sinónimos de bailar. No hay limites ni fronteras. Tampoco en lo que a la edad se refiere. Lo saben bien en el Conservatorio Municipal de Danza José Uruñuela y en el centro Bizan Arana. Ya en 2021 se encontraron por primera vez en una propuesta que han sabido y querido mantener en 2022 y 2023.
Las tardes suelen ser muy intensas en la agenda diaria del espacio formativo de la plaza de las Provincias Vascongadas. Las clases se multiplican, toda vez que la mayor parte del alumnado ha terminado en colegios e institutos. Pero hoy se ha vivido una especial excepción. De eso se han encargado las personas que han acudido al Uruñuela de la mano del Bizan Arana.
“Es un momento de encuentro social que nuestros usuarios y usuarias disfrutan mucho; les despierta mucha curiosidad” conocer el centro pero, sobre todo, ver bailar al joven alumnado, apunta Txaro Alonso, técnico del Bizan Arana.
Eso sí, la visita no solo se traduce en acudir y ver. Toca también bailar. Así se ha vivido esta tarde, por supuesto. Junto con el alumnado de 3º y 4º Enseñanzas Elementales se han realizado una serie de dantzas que han llevado a cabo tanto las usuarias y usuarios de Bizan Arana como las y los estudiantes del conservatorio dentro de la asignatura de Danza Tradicional. Todo ello liderado por la profesora de dicha formación, Aizkoa Madinabeitia, como explican desde el José Uruñuela.
Conocerse y divertirse
Ha sido a eso de las cinco y media de la tarde cuando ha comenzado el encuentro, una cita en la que al centro Bizan Arana se le ha descrito antes de nada la ya veterana trayectoria del conservatorio desde que hace 36 años se pusiera en marcha, siendo un espacio único en el País Vasco.
Tras esa breve charla explicativa, se han visitado las instalaciones y se ha conocido de primera mano el trabajo que se suele desarrollar cada jornada entre estas paredes. El final lo ha marcado este Dantza Plazan intergeneracional, ese momento para conocerse y divertirse, en el que también los alumnos y alumnas aprenden muchas cosas que no están en los manuales, que hablan de vida, de contacto, de experiencia, de emociones... Hay lecciones que son de ida y vuelta. Hay aprendizajes que nunca se terminan. Hay movimientos que siempre merecen la pena. Hay encuentros que son imprescindibles.