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El gallo es el rey del sol en Baztan

Un extraño atavismo viejo como el mundo es el eje central de la fiesta infantil, hoy en el valle

El gallo es el protagonista del jueves gordo u Orakunde en Baztan, símbolo solar y representación de la abundancia, y fiesta infantil como ninguna otra del año. Hoy jueves es la tercera de las antiguas jornadas de la trilogía festiva anterior al carnaval (Gizakunde, Emakunde y Orakunde, o día de hombres, de mujeres y de niños o de todos), y aunque los usos y las formas han cambiado mucho, en esencia aún perdura el viejo ritual que se pierde en la noche de los tiempos.
Egilea
Lander Santamaría | Juan Mari Ondikol
Komunikabidea
Noticias de Navarra
Mota
Albistea
Data
2015/02/12
Lotura
Noticias de Navarra

Al atardecer, cuando declina la jornada y como si fuera su clausura oficial, llegaba la carrera del gallo, una especie de busca y captura incruenta en la que los niños (también las niñas, ahora) parten desde uno de los extremos de la plaza a la caza a ciegas, con sus ojos cubiertos con vendas y pañuelo colorado, y armados con espadas curvas como alfanges moras que adornan con cintas de colores.

Al otro extremo del espacio de la ceremonia, el gallo espera inmóvil hasta que uno de los niños lo toca con su espada, lo gana y se lo lleva a casa. En la plaza del pueblo, la de los Fueros en Elizondo en este caso, existía antaño una losa que se retiraba para esta ocasión, la única del año, donde se abría un hoyo en el que con todo cuidado se depositaba al gallo y se le cubría, para disimularlo, con un mantillo de tierra de forma que su cabeza era lo único que quedaba a la vista.

Lo hicieron durante décadas los guardas municipales Cruz Elvira casi siempre, con ayuda de Francisco Paco Sagastibelza o de Joxe Satrustegi en ocasiones, y del vecino Ángel Mari Olabe, a la sazón encargado de las aguas de Elizondo y dispuesto siempre a colaborar en las cosas del pueblo. Presidían el acto el jurado del pueblo, mucho más alcalde y con más competencias que ahora, y el párroco, junto con los dos maestros (uno bueno y otro una fiera) de las escuelas nacionales, que lo eran todas, nacionales se dice, por aquella época.

CHAVALERÍA Entonces, más de medio siglo atrás, parecía que la chavalería, lo que algunos decían en broma la calderilla, era más escasa y ocupaba las “escuelas del parque o del yerbín”, el edificio que acoge ahora a Baztan Ikastola, y los elegidos eran los más mayores para correr los dos gallos de rigor, al contrario que ahora cuando se corren hasta una docena.

El ritual, ante el corro que formaban hombres y mujeres y los niños no participantes, se iniciaba con el vendado de los ojos, con unas vendas blancas rectangulares que se conservaban en la Casa de Misericordia de entonces, el pañuelo rojo de cada quien sobre ella, y el par de vueltas que los maestros hacían dar para mayor desorientación. A la tercera palmada, partían los chavales a la búsqueda del gallo, nada fácil porque su cuello, cabeza y cresta era lo único a la vista, hasta que entre el griterío del personal alguien tocaba al rey sol y se lo quedaba, ufano y contento. ¿Qué significaba aquello? Lo pensaba alguien o quizás ni lo sabía. ¿La lucha del Islam contra el símbolo de los cristianos, el culto al sol y la abundancia esperados de la Madre Tierra? El gallo canta y marca el final de los males y oscuridad de la noche, algo de eso debe haber en esta historia.

Usos y costumbres

Creencias del mundo rural

Superstición. La figura del gallo tiene presencia abundante y constante en el acervo rural de costumbres, creencias y supersticiones. El gallo que corona los tejados de las casas en las veletas se dice reminiscencia de la ancestral costumbre de sacrificar uno y regar con su sangre las dependencias de las personas y el ganado al estrenar una casa, sus testículos y corazón servían de ingrediente en los filtros de amor, igual que su canto significa victoria, pero si canta a hora desusada y de día es expresión de disgusto conyugal. Oír al gallo cuando se sale a trabajar promete una buena jornada, igual que la que hoy espera a los niños.

Con su espada en forma de alfange, adornada con lazos de colores, los más txikis corren ahora a por el gallo a cara descubierta. ¡Ya eres mío!, parece pensar el afortunado.

Con su espada en forma de alfange, adornada con lazos de colores, los más txikis corren ahora a por el gallo a cara descubierta. ¡Ya eres mío!, parece pensar el afortunado. (ONDIKOL)

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