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"El folclore tiene sentido cuando está integrado en la sociedad"
Iñaki Irigoien - Dantzari e investigador del folclore vasco
A sus casi 78 años sigue en la brecha. Después de haber actuado en calles, plazas, campas y escenarios de toda Euskal Herria; después de haber ejercido como maisu de cientos de dantzaris y haber contribuido con sus investigaciones etnológicas al florecimiento y consolidación del movimiento asociativo cultural vizcaino -y vasco-, Iñaki Irigoien (Bilbao, 1935) recibirá un sentido homenaje este sábado en el Museo Vasco.
Lo suyo es pasión. Toda una vida dedicada a las danzas y al folclore. ¿Cuándo empezó?
Pues llevo más de sesenta años en este ambiente. Empecé a bailar en 1950 y estuve como veinte años bailando, hasta los 35. Casado bailaba también ¿eh?..
¿De casta le viene al galgo?
No. Mi padre y mi madre eran de caserío.
¿Entonces?
En la familia los mayores nos inculcaron esas ideas sobre la cultura vasca. Mi hermano Alfonso estaba en Dindirri y yo entré en el grupo.
Dindirri, Bizkaiko y Euskal Herriko Dantzarien Biltzarra... La fama cuesta.
Sin duda, es mucho esfuerzo y mucho sudor. Además de bailar en Dindirri también estuve en Olaeta durante años. Ensayaba dos días en Dindirri y otros dos en Olaeta. Y en Txinpartak, también.
Y luego llegó su etapa como maisu e investigador.
Sí, pasé a una nueva situación. Hice estudios en Deusto de Sociología a los cuarentaytantos. A partir de entonces me he dedicado más a investigar y recopilar, aparte de estar en la federación a nivel de Euskadi y en Bizkaiko Dantzarien Biltzarra de la que he sido presidente.
¿Qué objetivo perseguía?
Empecé a revisar archivos y cosas para profundizar en las danzas y darles un sentido histórico; ver que tienen unas raíces históricas y que no son unos inventos modernos.
Trabajo de campo, supongo.
Conocía las danzas urbanas pero para mí fue un descubrimiento encontrar las danzas que había en los pueblos. En 1956 cogí un tren a Oñati y cuando llegué me encontré con algo que no tenía nada que ver con lo que hacíamos en la ciudad. Entonces se abrió otro mundo distinto en mi concepto del folclore.
Explíquese, por favor.
Siempre he entendido y distinguido que una cosa es el espectáculo y otra el folclore, que es cuando por tradición se siguen haciendo las danzas en un sitio. Por ejemplo, la Kaixarranka se sigue haciendo en el mismo sitio durante siglos. Y una de mis ideas siempre ha sido fortalecer eso en lo posible, darle sentido.
Reforzar ese carácter social, vamos.
Sí. Intentar que la gente, aparte del espectáculo en el escenario, vuelva a recuperarlo y participar. Como hizo el Beti Jai Alai con el aurresku de Begoña, el aurresku de mujeres de Lekeitio,… Intentar hacer con el folclore una actividad social, no un hecho espectacular solamente. Y mi afán ha sido siempre procurar que la sociedad siga bailando.
Y ahí tienen mucho que ver las nuevas generaciones.
A los niños se le enseña y, además, hay otro hecho que se está dando, igual no muy numeroso, pero es que se están enseñando a la gente danzas de plaza porque una de las cosas que hemos hecho es que la danza se integre en la sociedad. Enseñan a bailar fandangos, arin-arin,... con la misión de recuperar las romerías. Es un esfuerzo sí, pero el folclore tiene sentido cuando se baila con sentido de sociedad.
¿Enamoró a su mujer bailando?
No porque ella no bailaba. Pero sí me valió para conocerla. Es de Durango y bailaba mucho por esa zona.
Iñaki Irigoien, en la Sala Rekalde de la capital vizcaina. (David de Haro)
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