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El flamenco debuta en el Victoria Eugenia
Eva Garrido 'Yerbabuena', bailaora y coreógrafa granadina, presenta su espectáculo 'A cuatro voces' en el renovado teatro
Aquella vez, la bailaora puso su arte flamenco en un espectáculo de
corte principalmente clásico, en el que participaba, entre otros, Lucia
Lacarra -bailarina principal del Ballet de Múnich-. «Actué en el año
2001 en una Gala de Estrellas, dentro de Quincena Musical, en la que
recuerdo que bailaron Lucia Lacarra y Goyo Montero -director del Ballet
de Nuremberg- en el Kursaal. Ésta va a ser la primera vez que trabaje
en San Sebastián con mi propia compañía, además en el Victoria Eugenia,
un teatro con mucha historia. Si soy sincera, nos cuentan que existe
mucha expectación, pero también entre nosotros. Vamos a disfrutar
muchísimo. Tenemos tantas ganas de compartir, tantos nervios, tanta
responsabilidad. Hemos trabajado sobre todo en auditorios. El sitio
idóneo para este espectáculo es un teatro de estas características.
Toda esa energía se canaliza de otra manera», asegura Yerbabuena.
La
obra A cuatro voces está inspirada en los poemas, vivencias personales
y anécdotas del cuarteto de poetas formado por Miguel Hernández,
Vicente Aleixandre, Federico García Lorca y Blas de Otero. A su vez,
cada uno representa una cualidad. Hernández simboliza la fortaleza,
Aleixandre, la perfección; Lorca, la inspiración y, finalmente, Otero,
el compromiso. «El espectáculo se titula A cuatro voces y está
inspirado en poemas, anécdotas y vivencias personales de estos grandes
poetas. A Lorca lo he tenido cerca desde que nací. Aunque nací en
Fráncfort, sólo estuve allí catorce días. Mi infancia empezó en
Granada, de donde Lorca es parte. Vicente Aleixandre era un hombre que
buscaba la perfección, intimista y, para los demás, era un maestro.
Miguel Hernández representa la fortaleza. Con el apoyo de su esposa
Josefina y con todo aquello que le tocó vivir, a pesar de todo,
destacaría su fortaleza. La inspiración es Lorca. El compromiso puro y
duro, Blas de Otero. La gente va a ver bailar y cantar flamenco, que no
se asuste. Existen muchos climas. A mí, me parece un espectáculo muy
bonito».
Coreógrafa y directora
Durante hora y media y en
un solo acto, el Ballet Flamenco de Eva Yerbabuena interpretará A
cuatro voces, una pieza que comienza con el Claro de luna de Claude
Debussy y recorre diferentes palos flamencos hasta rematar el
espectáculo con una fantasía musical. «Existe una parte de la
coreografía que es improvisación que depende de cómo estemos sale de
una forma u otra y hace que la duración varié. Desde el inicio de Claro
de luna interpretamos diferentes palos flamencos como serrana,
seguiriya, fandango, soleá por bulerías, alegría, bulerías, tientos,
tangos y una fantasía musical, que es casi la parte final». Además,
esta pieza supone el estreno de la bailaora y coreógrafa granadina en
el papel de directora artística. «Por circunstancias, hay un momento en
el que ejerzo como coreógrafa, para mí misma. A lo largo de mi carrera,
mi inquietud era poder coreografiar para los demás. La primera vez, fue
con Eva (1998), una bulería y seguiriya. Esa inquietud crece en todos
los aspectos. Luego vinieron 5 mujeres 5 y La voz del silencio. Fue un
riesgo. En cada faceta, intento pasarlo bien, tener mucho miedo,
conocer otro trocito de mí, aprender que el miedo no te ayuda, que
tienes que dosificarlo».
El profundo respeto de Eva Yerbabuena
hacia el mundo de la escritura, también se refleja en la obra que
presenta en los escenarios donostiarras. La granadina desvela su
afición a escribir. «No existe una cosa que me de más respeto y miedo
que coger un papel en blanco. A veces, no pensamos ni en voz alta ni en
voz baja. Me gusta tener cuadernitos y escribir, es como una terapia.
Luego, te sorprende lo que has escrito. Hay momentos en los que me
gustaría reflexionar en un papel todo lo que siento cuando bailo».
Las dos Eva
Nacida
como Eva Garrido, la bailaora y coreógrafa granadina recibió el
sobrenombre de Yerbabuena de la mano de Francisco Manuel Díaz, un
constructor de guitarras flamencas, empeñado en encontrarle un mote que
sonara a flamenco. La dualidad Garrido-Yerbabuena también le resulta
muy estimulante, una especie de juego que le permite conocerse a si
misma. «A mí, también me tiene en vilo, enganchada a subir a un
escenario. Cada día, descubres cosas de ti misma sobre un escenario. Es
un juego que no me gustaría perder nunca. Que no se pierda esa magia,
porque descubres muchas cosas de ti. Incluso asombra a la gente de mi
alrededor. Es lo bonito, lo mágico, es lo que tiene que perdurar».
Con
quince años, debutó profesionalmente en la Compañía de Rafael Aguilar
(1985), participando en la obra Diquela de la Alhambra. Fundó su propia
formación en 1998, con la que estrenó Eva, su debut coreográfico.
Recibió el Premio Nacional de Danza en la categoría de Interpretación
en 2001. Este año, se alzó con la Medalla de Andalucía. «Todos los
reconocimientos son importantes, desde el más pequeño al más grande.
Son el aliento de un artista para seguir. Existen momentos dulces y
agrios. Cuanto mayor es el reconocimiento, mayor la responsabilidad y
también tiene su cosa. Son momentos muy emotivos, los que te hacen
sentir. La gente está pendiente de tu trabajo. Uno tiene que disfrutar
los reconocimientos en cada momento. Los premios, luego, hay que
dejarlos en lo alto de la vitrina y seguir hacia delante, porque creo
que hay que evitar el divismo».
Otras experiencias profesionales
le han puesto delante de la cámara del realizador Mike Figgis o le han
unido en el mismo cartel a la gran estrella del ballet Mikhail
Baryshnikov, invitada por la coreógrafa Pina Bausch. Pero ella siempre
es, ante todo, flamenca por los cuatro costados, porque, según piensa,
el arte flamenco tiene el poder de transmitir, de hacer sentir, y que
no es necesario entender. «La mejor manera de disfrutar es dejarte
llevar», afirma con convicción. Ésa es la personal invitación de Eva
Garrido, Yerbabuena, al público donostiarra, ante el que se presenta
con A cuatro voces.
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