Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka El dolor de la búsqueda fueradeleje, compañía de danza

Dokumentuaren akzioak

El dolor de la búsqueda fueradeleje, compañía de danza

Crítica danza

Egilea
Teobaldos
Komunikabidea
Noticias de Navarra
Mota
Kritika
Data
2012/02/27
Lotura
Noticias de Navarra

LA incertidumbre sobre una muerte puede ser más angustiosa que la propia muerte, salvo por los esporádicos destellos de esperanza. La obra presentada por Fueradeleje -inspirada en el libro El Dolor de Marguerite Duras- relata la desolada búsqueda del ser querido desaparecido en algún campo de concentración en la posguerra. Con un escenario desnudo, abierto a la tramoya, feista y algo sórdido, con predominio de luz tenue, y vestuario desapercibido, los bailarines asumen, sin más agarraderos que el extraordinario trabajo de sus movimientos, la responsabilidad de un espectáculo bien concebido e hilvanado; con luminosos respiros a su predominante ambiente dramático; muy bailado; muy bien ensamblado con una banda sonora que subraya las situaciones y está en la misma sintonía estética; y que sabe combinar el material individual del bailarín con su incorporación al grupo. La fluidez y perfecta incorporación del grupo a las intervenciones solistas -muy frecuentes- fue una de las bazas del éxito de la función. Y la repentina asunción de la simetría en pasos a dos, a tres, o del tutti, tras una danza individualizada muy libre: uno de los pilares fundamentales del material coreútico. Una coreografía con esa sensación de solidez, de profundo estudio, de previo trabajo, que se aleja de lo facilón, y que cumple siempre con un planteamiento coherente, incluso en aquellos pasajes que más parecen dejados al azar y la improvisación. Siempre se retoma la narración. Y, en algunos casos -muy logrados por cierto- incluso, se repiten los pasos, para que el espectador disfrute más del hallazgo.

Se consolida una estética de danza contemporánea con abundante suelo, baile sin música, que denota todavía más la soledad de los protagonistas, movimiento espasmódico, escaso protagonismo de brazos en algunos tramos…; pero, no por ello, se renuncia a la simetría, nunca agobiante, y, a veces planteada de dos en dos parejas a la vez; y, sobre todo, más que otorgar a un solo bailarín o bailarina el protagonismo, son todos los que asumen el rol, dependiendo de las situaciones. Incluso una bailarina toma el papel masculino en algún momento. Todo esto, que parecería confuso, está muy bien hecho y evoluciona con naturalidad, y, sobre todo da pie a un material coreográfico muy rico y matizado en cada uno de los bailarines.

Con esa desolación de fondo, sin embargo, siempre hay belleza. Ya desde la primera escena, en grupo apiñado, con el leve comienzo de movimiento de cabeza, los bailarines tienen interiorizado el ritmo. La entrada de la música no hace más que seguir sus movimientos. Es un efecto muy bello, y se da a lo largo de toda la obra. Las bailarinas cambian de registro, y luego la música corrobora y ensalza su movimiento; se recrea en unos fraseos y pasos, no exentos de riesgo, a veces, para luego "deconstruirlos" si procede; o atraer a su baile al resto de la compañía. La fórmula se repite y funciona, tanto en el tempo adagio, como en los allegros -sin duda más arriesgados por la velocidad pero perfectamente cuadrados-. Es una obra coral. El protagonismo está muy repartido, prevaleciendo la atmósfera global sobre lo individual. Aun así, y, aunque en una primera visión se escapan cosas, hay momentos especialmente logrados. El Mahler de la Canción de la Tierra me parece espléndido, tanto en los movimientos espasmódicos, como en su evolución a los pasos con alguna elevación muy lograda que, por cierto, recibieron los primeros aplausos del público. El paso a dos entre Itxaso y Cristina fue de extremada delicadeza en su sencillez. La soltura del pelo de Penélope, su baile libre y su posterior acotamiento y vuelta al recogido, de extraordinario simbolismo. Virginia y su doble personalidad, muy matizada. Un Iñaki Fortún bien integrado en el conjunto. Y, una Cristina Goñi, extraordinaria en toda la velada, con un solo final de esos que emocionan por el logro coreográfico -también se baila con los brazos- y por una realización de gran bailarina: dominio técnico -por ejemplo en el plante sobre un pie- y luminosidad en la transmisión del movimiento.

Dokumentuaren akzioak