Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka El desfile de San Miguel

Dokumentuaren akzioak

El desfile de San Miguel

Oñati volvió a salir ayer a la calle para participar en la centenaria procesión del Corpus Christi. Es un ritual con cinco siglos de historia que se renueva cada año.

Egilea
Cristima Limia
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
Oñati
Mota
Albistea
Data
2006/06/19

Muchos de los espectadores acudían ayer por primera vez al auto sacramental y presenciaron con gran admiración la solemnidad del evento. «Nos ha parecido una maravilla, la procesión es preciosa y el lugar es tan bonito que conforma un entorno ideal. Es fabuloso ver cómo todo el pueblo se involucra en la representación, y tanto grandes como pequeños, se entregan de lleno a su papel, la participación es excepcional», comentaban Jone y Antton, una pareja que se había desplazado desde Elgoibar hasta la localidad para conocer la procesión. La legazpiarra Isabel Sopelana, por su parte, se confesaba una asidua incondicional de la celebración. «Vine por primera vez para ver desfilar a mi sobrino el año que hizo la comunión y desde entonces no he faltado nunca a la cita. Es todo un lujo ver las calles engalanadas, cubiertas de juncos y pétalos de rosa y repletas de gente» declaraba emocionada después de la multitudinaria procesión que anualmente reúne a 500 personas en sus filas.

«Merece la pena»

Ante la atenta lluvia de miradas, las figuras personificadas de los apóstoles y Jesucristo recorrieron las calles fielmente caracterizados con sus pelucas, caretas y vestimentas. Al frente del grupo, San Miguel Arcángel, patrono de la villa, acaparaba con su porte majestuoso todos los gestos de fascinación. El oñatiarra Fernando Díaz fue el encargado de representar por tercer año consecutivo al santo, soportando meritoriamente la armadura de 24 kilos correspondiente. «Este año he sobrellevado mejor el traje y a pesar del calor, he realizado muy a gusto el recorrido, intentando hacerlo lo mejor posible», manifestaba Fernando, mientras un grupo de tres mujeres se ocupaba de desvestirlo una vez finalizado el ritual. Entre ellas, Paulina Kernstock, vestidora que lleva 39 años ocupándose de ataviar a San Miguel, comentaba que «la armadura es bastante pequeña y le queda muy ajustada, pero ha sabido llevarla muy bien».

La preparación del santo es un trabajo muy laborioso y entre tres mujeres tardan aproximadamente una hora en dejar todo a punto, además de contar con la colaboración de dos peluqueras que se ocupan de los arreglos del postizo. Sin embargo, para Paulina «el resultado final hace que el trabajoso proceso merezca la pena».

Joxe Errasti, miembro de la cofradía y antecesor de Fernando en el puesto de San Miguel, describía la actuación de su relevo indicando que «es ya todo un maestro representando al santo y lo ha hecho muy bien en todos los órdenes».

El simbolismo de la danza

Igual de satisfecho se mostraba Julen Kortabarria, que por segunda vez, figuraba en la capitanía de los dantzaris, ostentada por la familia Irizar hasta hace dos años. «Para mí es un honor ejercer de capitán, ya que supone lo máximo a lo que puede aspirar un dantzari. La temperatura era un poco alta y se notaba mucha humedad en el ambiente, pero finalmente todo ha salido bien», afirmaba el joven. Junto a él, otros nueve dantzaris, ataviados con el tradicional traje blanco, falda roja y castañuelas en mano, recorrieron las calles en un constante ir y venir a lo largo de todo el trayecto procesional.

La makildantza o el contrapás fueron algunas de las piezas de baile interpretadas ayer por el grupo, que arropó y llenó de ritmo y colorido el auto sacramental. El repertorio de danzas, de las que las primeras referencias escritas datan de 1560, conformaron, una vez más, toda una entidad de simbolismo en la fiesta, sin la que el Corpus no sería lo mismo.

Dokumentuaren akzioak