El carnaval vuelve a Burguete

Como tantas otras localidades de la Montaña, Burguete conoció un pasado esplendoroso, unos años de decaimiento y un presente más o menos esperanzador. Ya no viene Hemingway a pescar ni la burguesía pamplonesa a pasar el verano, pero sigue siendo un pueblo señorial y turístico, en los últimos años apoyado en el Camino de Santiago, y la cabecera comarcal de servicios. A sus atractivos sumará este año el carnaval, el igautreak en el dialecto de la comarca, que se perdió antes de la guerra civil, aunque, afortunadamente, no para siempre.



La recuperación o reinvención de los antiguos carnavales ha sido constante en Navarra durante los últimos 25 años. De norte a sur, en muchos pueblos han encontrado esos personajes, esa música o esa danza que, de alguna manera, les une con su pasado y les da una seña de identidad. En Burguete han tardado más tiempo, pero todo llega. Apenas hace un mes que un grupo de vecinos se interesaron por revivir aquel carnaval difuso del que aún se acordaban algunos, pero del que existían escasas referencias escritas. La más importante, la que recogió Juan Garmendia Larrañaga en su trabajo Carnaval en Navarra. Esta obra ha servido de base para iniciar el trabajo de recuperación, junto al testimonio de los mayores.



Testimonios



El investigador guipuzcoano esbozó el igautreak de Burguete en base a los recuerdos personales obtenidos en julio de 1983 de varios vecinos, ya fallecidos: Joaquín Cilveti Aróstegui, Micaela Larrañeta Iturri o Francisco Pedroarena Etchepare. Aquellos testimonios coinciden básicamente con lo que aún recuerdan hoy en día personas como Felisa Dufur, Luis Cilveti, de Casa Putxu, Mónica Añaños, o Dominica Granada, de Casa Vergara.



Con todos esos datos y grandes dosis de ilusión, una decena de jóvenes se ha dedicado a confeccionar los trajes y a preparar la fiesta del sábado en la que pretenden mostrar a sus vecinos y a todos los que quieran acudir cómo se desarrollaba aquella fiesta. En principio, y como primer año, la propuesta es todavía modesta. Aunque inicialmente habían pensado respetar las fechas tradicionales del carnaval, el domingo y el martes, han creído oportuno reducirla al sábado, porque es el día que más gente hay en el pueblo. También tenían previsto recuperar la música original, que posiblemente fuera el Ttun ttun de Burguete, ya que se sabe que esta danza se bailaba en fiestas, y seguramente también en carnaval. Este año no han llegado a tiempo, pero se proponen contactar con el escritor y folklorista Juan Antonio Urbeltz para que les ayude en la investigación musical.



Este y otros detalles quedarán para próximas ediciones. De momento, el sábado saldrán a la calle los personajes de la mascarada: artza, zaina, zarratrakos y muxixarkos. La concentración en la plaza del Ayuntamiento será a las seis de la tarde y desde allí partirá la comitiva acompañada por un acordeonista. Realizarán la puska biltza por las casas y con los alimentos que consigan recoger prepararán una merienda para todos los que quieran participar, en la que no faltará el talo, la txistorra y el tocino, regados con los caldos de la tierra.



Los personajes



Los personajes del carnaval de Burguete tienen similitudes con los de otros pueblos del Pirineo navarro, pero también algunas características propias. El centro de la mascarada, también aquí, es el artza, el oso, un animal imponente conseguido con unas cuantas pieles de oveja latxa. A diferencia de otros osos carnavalescos, el de Burguete no tiene definidos los rasgos de la cara, sino que su cabeza es una representación más esquemática que real. Su pareja inseparable es el domador, en Burguete zaina, una zíngara vestida con blusa de colores, cascabeles, máscara y sombrero de paja, que intenta dominar la agresividad del oso con una cadena.



El grueso de la comitiva está compuesto por zarratrakos y muxixarkos. Llevan ropa de trabajo, abarcas, sombrero de paja y la cara cubierta por una tela. Algunos se cubren con bizkarlarruak (espalderas) de piel de oveja. Estos personajes portan un palo que termina en una vejiga de cerdo con la que golpean a los niños.