Ni la lluvia ni el cielo grisáceo sobre Luzaide/Valcarlos pudieron deslucir este Domingo de Resurrección el espíritu del Bolant Eguna, una de las fiestas más coloridas y ancestrales de Navarra. Por segundo año consecutivo, la meteorología conspiró en contra de los luzaidarras y la actuación tuvo que trasladarse al frontón Arretxe, donde la fiesta se vivió, aunque con mucha pena, sí con la misma intensidad de siempre.

Declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Navarra en el año 2012, esta tradicional celebración volvió a reunir este domingo al mediodía a casi 150 dantzaris o “bolantes” que con sus cascabeles tintineando y sus coloridas cintas de seda hicieron resonar y pintaron de color un amenazante cielo. Con algo de retraso y al son de la Martxa, la comitiva capitaneada por los zapurrak, los zaldiak, las zigantiak y los gorris, sorteó la lluvia con una apresurada kalejira desde el cruce de Ardandegia hasta llegar a un frontón abarrotado de gente.