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El bandido anda de nuevo suelto
Un año más, el municipio de Lantz da vida a estos dos personajes, así como al Zaldiko y a los txatxos para asustar y provocar las risas de los txikis que se acercaron al lugar, en el domingo que inicia los carnavales.
Por segundo año consecutivo, Ander Esain lució con orgullo el disfraz de treinta kilos del pobre Ziripot, sustituyendo a su tío para seguir con la tradición familiar. "Para mí, este carnaval es de los más bonitos y vestir este traje es una gran oportunidad", recalcó Esain, mientras le unían poco a poco las partes del disfraz en el concurrido ático de la posada.
Entre pinchos de txistorra, cañas para los padres y muchas expectativas, la ilusión y los nervios se dejaban notar a medida que los minutos pasaban. A pesar de ser la fiesta de los niños, ayer mucha gente de fuera no dudó en acercarse a Lantz para vivir, en primera persona, los afamados carnavales. Éste es el caso de Leire Ortuzar, de Gernika, que se quedó atónita ante la preparación del festejo.
Entre sustos y risas El paseo hacia la hoguera del malvado Miel-Otxin se inició a las 13.45 horas, instante en el que los herraderos se adentraron en las calles con sus humeantes calderos, dando el pistoletazo de salida de la kalejira. Gritos, sustos, risas y empujones conformaron la llegada de los txatxos de todos los tamañas y colores que propinaban escobazos a todo aquél que cruzaban su camino.
El paseo alcanzó su punto álgido pasadas las 14 horas, cuando los protagonistas se reunieron en el frontón para girar al ritmo de los tradicionales zortzikos . El remolino de colores finalizó con los aplausos de las decenas de familias que ocupaban el lugar. Para Ainhoa e Itziar Elizasoain, de 11 y 8 años, respectivamente, los disfraces son lo mejor del evento mientras que Ekaitz Iriarte, de 9 años, se lo pasa en grande con los escobazos.
Miel-Otxin ya no delinquirá más por Lantz o, al menos, no hasta el año que viene.
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