El Ballet Gulbenkian muestra sus exitosas coreografías «vitalistas y sensoriales»

Einstitucion en portugal | Es la compañía de danza contemporánea más importante de Portugal y pertenece a la Fundación Gulbenkian, toda una institución en el país luso

El Ballet Gulbenkian, fundado en 1965, ha pasado por distintas direcciones artísticas, que principalmente han mantenido el repertorio tradicional portugués. En los últimos años, sin embargo, ha hecho una clara apuesta por la danza contemporánea, invitando a los más destacados creadores mundiales del mundo.

Sin someterse a una dirección monolítica, el Gulbenkian ha sabido abrirse a escuelas y estilos de todo el mundo. Posee la Escuela de Danza Gulbenkian, de la que se nutre con bailarines mayoritariamente portugueses, y además ha potenciado el trabajo de los coreógrafos del país, como Carlos Trincheiras, Rui Horta, Olga Roriz y Paulo Ribeiro. Este último asumió en setiembre de 2003 el cargo de director artístico del Ballet y ayer estuvo en Bilbo explicando los contenidos del espectáculo que presentarán a partir de mañana. «Es un programa pensado para grandes audiencias, para todo tipo de públicos. Es muy enfático, muy alegre, cosa algo rara hoy día en que la danza parece estar sumida en los dominios de la oscuridad», explicó.



La primera pieza, "Cantata", de Mauro Bingozetti, es, según Ribeiro, «muy geográfica, muy napolitana. Se inspira en la vida mediterránea, tiene mucho que ver con lo cotidiano, con las raíces de la vida. Es un himno prodigioso a la exaltación de los sentidos, al diálogo hombre-mujer... es una danza muy fuerte».



La segunda pieza, "Minus 7", es un compendio de fragmentos de "Zachacha", "Sabotage Baby" y "Anaphaza e Paso Mezzo", todas ellas coreografías de Ohad Naharín, readaptadas para esta interpretación. Es también una obra muy alegre y divertida. «Naharín tiene una capacidad de contactar con el público asombrosa. Hace cosas que sorprenden desde el principio hasta el final», señaló el director artístico, quien advirtió que su compañía busca agradar al público de forma «sutil» y no con efectos simples. «Nuestros bailarines son muy versátiles. Poseen mucha técnica pero no son nada formales, son muy abiertos y capaces de cambiar de piel en cada momento». Las dos piezas, de 40 minutos cada una, están construidas «de manera arrebatadora. Son piezas corales, porque sobre el escenario hay 24 personas, pero hechas de individualidades. En todo momento estás viendo a cada bailarín. Todos son muy distintos pero funcionan muy bien en conjunto», dijo.



El Ballet Gulbenkian gusta de presentar coreografías con un lenguaje muy fluido. «Tenemos lenguaje de autor, porque damos prioridad a las coreógrafas propias. Estamos muy abiertos a los estilos y hemos hecho de todo. Hemos trabajado con los grandes coreógrafos del mundo, pero también potenciamos a las nuevas generaciones portuguesas», advirtió Paulo Ribeiro.



A juicio de este bailarín y director, la danza contemporánea actual atraviesa un proceso algo «perverso. Se hace danza para una élite pensante queriendo justificar lo que no hay. Se hacen sobre todo trabajos de negación. Lo nuestro es justo lo contrario. La gante trata de racionalizar la danza, cuando es un lenguaje completamente sensorial. No tienes por qué ser especialista para apreciar el buen baile. Debe contagiarte sensaciones, no formularte ideas teóricas». Blanca Arrieta actua en La Fundicion



La otra cita vizcaina del campo de la danza la protagoniza este fin de semana Blanca Arrieta, quien presentará en La Fundición "3600" el sábado y domingo, a las 20.30. La pieza combina cine, infografía y danza en un solo espacio y tiempo. Mediante estructuras matemáticas, relaciona entre sí los cuerpos, la luz y el sonido. "3600" está interpretada por la propia coreógrafa y por Fernando Hurtado. La música ha sido creada por el compositor gasteiztarra Bingen Mendizabal y por Borja Ramos, quien también co-dirige. -